Métodos adivinatorios (4)
Ha quedado escrito que en su DICCIONARIO DE LAS ARTES ADVINATORIAS, Gwen Le Scouezec registra 227 fórmulas para predecir el futuro. Hemos comentado las más utilizadas, las más conocidas, pero queremos exponer una más como ejemplo de artificio y superchería.
13 de julio de 2011
CROMNIOMANCIA
A nuestro juicio se trata de un método sumamente estrafalario; la cromniomancia o adivinación por la cebolla . El autor da una explicación sencilla y suficiente de esta extraña fórmula adivinatoria. Dice: “Los que la practicaban, colocaban en la noche de Navidad algunas cebollas sobre el altar y escribían encima el nombre de la persona de quienes querían saber noticias. La cebolla que brotaba primero anunciaba que el sujeto cuyo nombre contenía gozaba de perfecta salud. Esta adivinación se hallaba también en uso en Alemania, entre las jóvenes que deseaban saber a quién tendrían por marido”.
En un extraño libro publicado en francés, Guy Breton descubre en el París nocturno una secta, asociación o cofradía cuyos miembros se hacen llamar “ Adoradores de la cebolla ”.
Puesto en contacto con el director espiritual del grupo, éste le cuenta la historia y significado de tan extraño culto. “Nuestra religión –dice- fue fundada en 1929 por el hermano François Thomas. Un día en el mercado de El Havre, vio una cebolla que gemía. Esto fue para él una verdadera revolución, una señal del cielo. Comprendió que, como la cebolla, el hombre tiene también el poder de escapar a la muerte”.
Estrafalario, ridículo, anormal, todo lo demencial que se quiera, pero auténtico. ¿Qué límites tiene la locura humana?
Y MUCHAS OTRAS…
Algunas fórmulas propuestas por la adivinación para predecir el futuro de la persona humana, como la cebolla, son insultos a la inteligencia. Las hay para todos los gustos.
Según los ocultistas, se puede adivinar por los gallos, por la harina de trigo, por la sal, por un hombre sacrificado, por las arañas, por las ranas y los sapos, por el bostezo, por el perro, por la llave, por las cenizas, por la sombra, por las liebres, por el vuelo de los murciélagos, por las serpientes, por las uñas de la mano, por el peroné de un cordero, por los lagartos, por los quesos, por las manchas de tinta y por centenares de otros métodos tan absurdos como los descritos. Pero así es la especie humana.
El escritor y moralista francés del siglo XVI, Michel de Montaigne, decía que el temor, el deseo y la esperanza empujan a las personas a pensar en el porvenir, robándoles el sentimiento y la consideración de lo que es para ilusionarse con lo que será, tal vez cuando ya no exista.
En próximos artículos escribiré sobre la adivinación en la Biblia. El tema no escapa a la atención del Libro Eterno. Tiene mucho que decirnos al respecto.
Autores: Juan Antonio Monroy
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