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La excomunión de Lutero

César Vidal Manzanares

La Reforma indispensable (34)

La excomunión de Lutero

La bula papal de excomunión Exsurge Domine.

 

Durante 1519, Miltitz siguió intentando volver al punto de inicio anterior a la disputa de Leipzig, pero sus esfuerzos resultaron infructuosos. Para remate, Eck –que había sido extraordinariamente vapuleado por los humanistas- seguía empeñado en labrarse una carrera utilizando como peldaño la condena de Lutero. A finales de 1519, presentó un escrito en Roma con la finalidad de provocarla. Luego, a inicios de 1520, y ante la abstención de las universidades de París y Erfurt a la hora de señalar al vencedor en la disputa de Leipzig, las universidades de Lovaina y Colonia prepararon un texto – en el que nadie había pensado inicialmente – relacionado con las opiniones de Lutero. Tanto Lovaina como Colonia señalaron que Lutero había incurrido en herejía y enviaron su informe a la Curia. De manera comprensible, el papa nombró una comisión formal para abordar el asunto.
El 1 de febrero, la comisión se hallaba entregada al trabajo de recoger pruebas sobre las herejías de Lutero, pero no tardó en disolverse . De manera bien reveladora, tanto el cardenal Cayetano, cuya especialidad era la teología, como el cardenal Acolti, que era un experto en derecho canónico, llegaron a la conclusión de que no resultaba especialmente fácil redactar un informe sensato al respecto.
El 11 de febrero, una segunda comisión  se ocupaba de analizar los escritos de Lutero y, con bastante buen criterio, decidió discriminar entre aquellas expresiones que podían ser tachadas de herejía y aquellas otras que únicamente eran “escandalosas y ofensivas para los oídos piadosos”. Pero entonces llegó Eck y el resultado fue la formación de una tercera comisión. De ésta acabaría finalmente surgiendo la Bula papal Exsurge Domine  firmada por el papa León X en el curso de una cacería el 15 de junio.
El texto de la bula comenzaba comparando a Lutero –sin mencionarlo expresamente– con un jabalí para luego acusarlo de aceptar por buenos los rumores que circulaban sobre los abusos de la curia y terminar por defender que los papas nunca se habían equivocado:
“¡Despierta, Señor! Haz triunfar tu causa contra las bestias feroces que tratan de destruir tu viña, contra el jabalí que la arrasa… ¡Alerta Pedro, Pablo, todos los santos, la Iglesia Universal!… En esta Curia Romana que tanto ha desacreditado, dando fe a los rumores esparcidos por la ignorancia y la maldad, no hubiera encontrado nada que censurar. Le hubiéramos demostrado que nuestros predecesores, de quienes ataca con tan singular violencia los cánones y las constituciones, no se han equivocado jamás”.
La verdad era que, por desgracia, mucho de lo que se contaba sobre los abusos y los excesos de la curia era cierto y que desde hacía décadas, también lamentablemente, sí que había mucho que censurar. No era menos cierto que los antecesores de León X se habían enfrentado entre si en episodios como el Cisma de Occidente y que también habían incurrido en equivocaciones. De hecho, el dogma de la infalibilidad papal que no sería definido hasta 1871 sería mucho más prudente a la hora de señalar la inerrancia de los pontífices.
La bula indicaba a continuación que no era lícito apelar al concilio –una solución que había permitido, por ejemplo, acabar con el cisma de Occidente– y conjuraba tanto a Lutero como a sus partidarios a “no perturbar la paz de la Iglesia, la unidad y la verdad de la fe, y a renunciar al error”.
La bula condenaba cuarenta y un artículos atribuidos a Lutero. Comprensible en su época, difícilmente, puede negarse que su lectura causa al lector moderno un cierto estupor. Así, aparecen afirmaciones que, hoy en día, serían contempladas de manera diferente. Por ejemplo, la expresión de Lutero “Quemar a los herejes es contrario a la voluntad del Espíritu” es condenada como herética, pero es más que dudoso que hoy se pudiera encontrar a algún católico que pudiera considerar que la voluntad del Espíritu puede ser quemar a los herejes. Igualmente, el texto declaraba herética la afirmación de que “No se puede probar la existencia del purgatorio por los libros auténticos de las Escrituras”. Sin embargo, ningún exegeta de talla afirmaría hoy que la doctrina del purgatorio se encuentra en la Biblia sino que más bien remitiría a una tradición relativamente tardía, que no ha sido igual en Oriente y en Occidente, y cuyo desarrollo no sólo teológico sino jurídico ha resultado desigual. Semejante circunstancia tiene una enorme lógica en la medida en que la creencia en el Purgatorio se desarrolló con más claridad en Occidente y tuvo un desarrollo especialmente extraordinario a partir del s. XII cuando el cisma se había consumado.
Algo similar sucede con la afirmación de que “La doctrina que señala que la penitencia comprende tres partes, contrición, confesión y satisfacción, no se funda ni en las Escrituras ni en los santos doctores de la antigüedad cristiana”. A día de hoy, sería también muy difícil que un historiador eclesiástico negara la veracidad de ese aserto del agustino. Y lo mismo sucede con otras tesis. Por ejemplo, la que afirma que “Bueno sería que la Iglesia determinara en un concilio que los laicos comulguen bajo las dos especies; los cristianos de Bohemia que así lo hacen no son por ello herejes sino cismáticos”. Se puede estar o no de acuerdo con la conveniencia de que los laicos, tal y como se describe en el Nuevo Testamento, participen del pan y del vino en la Eucaristía, pero parece un tanto excesivo considerar que plantear la cuestión sea herético. Algo semejante sucede con la que afirma que “La mejor definición de la contrición es la máxima: La mejor penitencia es no reincidir, pero lo indispensable es cambiar de vida”. Una vez más, se puede coincidir o no con la afirmación, pero, de nuevo, parece un tanto excesivo condenar como herejía la afirmación de que la mejor penitencia sería no reincidir en el pecado.
De manera bien significativa, según el dominico D. Olivier, “la parte más lograda de la Bula fue la relativa a las condenas”. Los canonistas hicieron un acopio exhaustivo de todas las penas canónicas desde la excomunión para los que aceptaran las ideas de Lutero a la destrucción de los libros que las contenían pasando por la prohibición de imprimirlos, conservarlos o comerciarlos. Lutero y sus seguidores tenían sesenta días para retractarse bajo pena de ser declarados herejes notorios y reincidentes. Por lo que se refería a los católicos, era obligación suya denunciarlos y perseguirlos, quedando entredicho cualquier lugar en el que pudieran residir. La bula debía ser publicada y puesta en ejecución sin distinción de lugar quedando sujeto a excomunión cualquiera que contraviniera su contenido.
Al fin y a la postre, en el texto de la bula se deja traslucir no tanto un análisis sólido del caso desde una perspectiva bíblica, histórica y pastoral como el deseo de sofocar, finalmente, una contestación que se había tolerado durante meses no por paciencia sino meramente por razones políticas y, más concretamente, por el deseo del pontífice de conseguir el apoyo del Elector Federico para impedir que Carlos I de España fuera elegido emperador de Alemania.
Por añadidura, como ha señalado el dominico D. Olivier, “La falla residía en que se excluía por principio toda discusión de la doctrina que se condenaba. Las frases de Lutero procedían de un contexto que había sido ignorado y que constituía el nudo del problema, el único que merecía ser tratado. Los ejecutores de la condena parecen no haberlo desconocido, pero les faltó la fuerza de concertar el diálogo que hubiera podido transformar el enfrentamiento estéril de convicciones irreductibles en el intercambio útil de los dos frentes… Una vez más se esquivó la reivindicación que Lutero pedía para que se pronunciaran sobre el Evangelio y no sobre expresiones recogidas al azar”.
Cuando se tienen en cuenta esos aspectos no sorprende que la bula no lograra poner fin al Caso Lutero.
CONTINUARÁ: El reformador rechaza la excomunión

Autores: César Vidal Manzanares

©Protestante Digital 2011

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SERÁ QUE DEUS É CULPADO?

Preletor: Billy Graham

É triste como as pessoas culpam a Deus e não entendem por que o mundo está indo para o inferno

     A filha de Billy Graham estava sendo entrevistada no Early Show e Jane Clayson perguntou a ela:
     “Como é que Deus teria permitido algo horroroso assim acontecer no dia 11 de setembro?”
     Anne Graham deu uma resposta profunda e sábia:
     “Eu creio que Deus ficou profundamente triste com o que aconteceu, tanto quanto nós.
     Por muitos anos temos dito para Deus não interferir em nossas escolhas, sair do nosso governo e sair de nossas vidas.
     Sendo um cavalheiro como Deus é, eu creio que Ele calmamente nos deixou.
     Como poderemos esperar que Deus nos dê a sua benção e a sua proteção se nós exigimos que Ele não se envolva mais conosco?”
     À vista de tantos acontecimentos recentes; ataque dos terroristas, tiroteio nas escolas, etc… Eu creio que tudo começou quando Madeline Murray O’hare (que foi assassinada), se queixou de que era impróprio se fazer oração nas escolas americanas como se fazia tradicionalmente, e nós concordamos com a sua opinião.
      Depois disso, alguém disse que seria melhor também não ler mais a Bíblia nas escolas… A Bíblia que nos ensina que não devemos matar, roubar e devemos amar o nosso próximo como a nós mesmos. E nós concordamos com esse alguém.
      Logo depois o Dr. Benjamin Spock disse que não deveríamos bater em nossos filhos quando eles se comportassem mal, porque suas personalidades em formação ficariam distorcidas e poderíamos prejudicar sua auto estima (o filho dele se suicidou) e nós dissemos: “Um perito nesse assunto deve saber o que está falando” – e então concordamos com ele.
      Depois alguém disse que os professores e diretores das escolas não deveriam disciplinar nossos filhos quando se comportassem mal. Então foi decidido que nenhum professor poderia tocar nos alunos…(há diferença entre disciplinar e tocar).
     Aí, alguém sugeriu que deveríamos deixar que nossas filhas fizessem aborto, se elas assim o quisessem. E nós aceitamos sem ao menos questionar.
     Então foi dito que deveríamos dar aos nossos filhos tantas camisinhas quantas eles quisessem para que eles pudessem “se divertir” à vontade. E nós dissemos: “Está bem!”
     Então alguém sugeriu que imprimíssemos revistas com fotografias de mulheres nuas, e disséssemos que isto é uma coisa sadia e uma apreciação natural do corpo feminino. Depois uma outra pessoa levou isso um passo mais adiante e publicou fotos de crianças nuas e foi mais além ainda, colocando-as à disposição da internet. E nós dissemos: “Está bem, isto é democracia, e eles têm o direito de ter liberdade de se expressar e fazer isso”.
     Agora nós estamos nos perguntando por que nossos filhos não têm consciência e por que não sabem distinguir o bem e o mal, o certo e o errado; por que não lhes incomoda matar pessoas estranhas ou seus próprios colegas de classe ou a si próprios…
     Provavelmente, se nós analisarmos seriamente, iremos facilmente compreender: nós colhemos só aquilo que semeamos!!!
     Uma menina escreveu um bilhetinho para Deus: “Senhor, por que não salvaste aquela criança na escola?” A resposta dele: “Querida criança, não me deixam entrar nas escolas!!!”
     É triste como as pessoas simplesmente culpam a Deus e não entendem por que o mundo está indo a passos largos para o inferno.
     É triste como cremos em tudo que os Jornais e a TV dizem, mas duvidamos do que a Bíblia, ou do que a sua religião, que você diz que segue, ensina.
     É triste como alguém diz: “Eu creio em Deus” mas ainda assim segue a satanás, que, por sinal, também “crê’”em Deus.
     É engraçado como somos rápidos para julgar mas não queremos ser julgados! Como podemos enviar centenas de piadas pelo e-mail, e elas se espalham como fogo, mas, quando tentamos enviar algum e-mail falando de Deus, as pessoas têm medo de compartilhar e reenviá-los a outros! 
     É triste ver como o material imoral, obsceno e vulgar corre livremente na internet, mas uma discussão pública a respeito de Deus é suprimida rapidamente na escola e no trabalho.
     É triste ver como as pessoas ficam inflamadas a respeito do Cristo no sábado, mas depois se transformam em cristãos invisíveis pelo resto da semana. 
     Gozado que nós nos preocupamos mais com o que as outras pessoas pensam a nosso respeito do que com o que Deus pensa… “Garanto que Ele que enxerga tudo em nosso coração está torcendo para que você, no seu livre arbítrio, repasse estas palavras a outras pessoas”.

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Sem Sangue, Sem Remissão (Charles Spurgeon)

Projeto Charles Spurgeon

 

 Posted: 06 Nov 2011 10:59 AM PST

Nº 3418

Sermão pregado

porCharles Haddon Spurgeon,

no Tabernáculo Metropolitano,Newington, Londres,

e Puclicado na Quinta Feira, 6de agosto de 1914

“Sem derramento de sangue não há remissão.” Hebreus9:22

Sob a antigua dispensaçãofigurativa, era certo de que seus olhos se topavam em qualquer canto com osangue. O sangue era o mais promeniente sob a economia judaica. Era raro que seobservasse alguma cerimônia sem ela. Não era possivel adentrtar em nenhumaparte do tabernáculo sem que fosse visto os rastros de sangue ao pé do altar. Olugar era tão semelhante a um matadouro que visitá-lo não deve de ter sido nadaatrativo para o gosto natural, e para deleitar-se nele, o homem precisava de umentendimento espiritual e de uma fé viva. O sacrificio de animais constituia amaneira de adorar: a efusão de sangue era o rito estabelecido e a difusão dessesangue sobre o piso, sobre as cortinas e sobre as vestes dos sacerdotes, eraconstante memorial.

Quando Paulo[1] diz que, sob a lei, quasetodas as coisas eram purificadas com sangue, alude a algumas coisas que estavamisentas. Assim encontrarão em diversas passagens que o povo era exortado alavar seus vestidos, e a certas pessoas que haviam ficado imundas por causasfísicas, lhes era ordenado que lavassem seus vestidos com água. As roupas queos homens usavam eram sempre purificadas com água. Depois da derrota dosmidianistas, que pode ser lida no livro de Números, o despojo que havia sidocontaminado teve que ser purificado antes que fosse reclamado pelos vitoriososisraelitas. De acordo com a ordenança da lei que o Senhor ordenou a Moisés,alguns dos bens, tais como idumentárias e artigos confecionados com peles e compelo de cabras, eram purificados com água, enquanto que outros objetos, queeram de metais resistentes ao fogo, eram purificados com fogo. Contudo, o apóstolose refere a um ato literal quando diz que quase todas as coisas – só à excessãodas roupas – eram purificadas com sangue sob a Lei. Logo, se refere a ela comouma verdade geral sob a antigua dispensação legal, dizendo que não havia jamaisnenhum perdão de pecado, exceto pelo sangue. Unicamente em um caso havia umaaparente excessão, e ainda nesse caso servia para demosntrar a universalidadeda regra, porque a razão para a excessão está plenamente explicada. Osacrifício pela culpa é mencionado como uma alternativa no versiculo 11 deLevitico 5, e podia ser uma oferta incruenta em casos de extrema pobreza. Se umhomem era muito pobre para trazer uma oferenda do rebanho, deveria trazer duasrolinhas ou dois pombinhos – porem se era extremadamente necessitado até mesmopara isso, poderia oferecer a décima parte de um efa de flor de farinha comosacrificio pela culpa, sem azeite nem incenso, a qual era lançada sobre o fogo.Essa é a unica excessão solitária através de todos os tipos. Em cada lugar, emcada momento e em cada caso en que o pecado tinha que ser tirado, o sanguedeveria fluir e a vida tinha que ser ofertada. A única exceção  que temos notado, recalca oestatuto que estabelece que “sem derramamento desangue não há remissão.”

Sob o Evangelho não hánenhuma exceção, não existe nenhuma isolada exceção, como existia na Lei – não,nem mesmo para o mais indigente. Todos nós somos extremamente necessitadosespiritualmente. Como nenhum de nós deve apresentar uma oferenda, nem tampoucodispomos de uma, todos temos que apresentar a oferenda que já foi ofertada etemos que aceitar o sacrifício que Cristo fez de Si mesmo em nosso lugar – nãoexiste agora nenhum motivo nem base para isentar a nenhum homem nem nenhumamulher, nem mesmo o haverá jamais, seja nesse mundo ou no futuro: “sem derramamento de sangue não há remissão.”

Com grande simplicidade,então, já que concerne a nossa salvação, peço amavelmente a atenção de cada umdos presentes para esse grande assunto que tem muito haver com nossosinteresses eternos. Eu deduzo do texto, antes que nada, o fato animador de que:

I.EXISTE UMA REMISSÃO, quer dizer, uma remissão dos pecados. “sem derramamento de sangue não há remissão.”O sangue foi derramado, e há, portanto, esperança no tocante à remissão. Apesardos severos requerimentos da Lei, a remissão não deve de ser abandonada emabsoluta desesperação. A palavra remissão quer dizer: saldar dívidas. Assimcomo o pecado pode ser considerado uma dívida contraída com Deus, assim tambémessa dívida pode ser apagada, cancelada e suprimida . O pecador, o devedor deDeus, pode deixar de estar em dívida por compensação, por uma plena quitação, epode ficar livre em virtude dessa remissão. Tal coisa é possível. Glória sejadada a Deus porque é possível obter a remissão de todos os pecados para os quetenham arrependimento. Sem importar qual possa ser a transgressão de qualquerindivíduo, o perdão é possível para ele se é possível que tal se arrependa. Umpecado incontrito é um pecado imperdoável. Se o homem confessa seu pecado e oabandona, então encontrará misericórdia. Deus tem declarado assim, e Ele nuncaserá infiel à Sua palavra. “Porem”, alguém pergunta: “Não existe um pecado queé para morte?” Sim, certamente, ainda que eu não saiba qual seja – nem tampoucocremos que alguém que tenha pesquisado esse tema tenha sido capaz de descobrirqual seja esse pecado – o que parece claro é que o pecado é praticamenteimperdoável porque não houve arrependimento a respeito dele. O homem que ocomete fica morto no pecado, para todos os fins e propósitos, em um sentidomais profundo e permanente até mesmo do que a raça humana o está como um todo,e é entregue a um coração endurecido, sua consciência é cauterizada, por assimdizê-lo, com um ferro em brasa, e a partir dali não buscará nenhumamisericórdia. Porem, todo tipo de pecado e de blasfêmia serão perdoados aoshomens. Para a lascívia, para o roubo, para o adultério, sim, para o assassinato,há perdão de Deus, para que seja reverenciado. Ele é o Senhor Deusmisericordioso e clemente, que esquece a transgressão, a iniquidade e o pecado.

E esse perdão, que é possível, é completo, de acordo às Escrituras –quer dizer, quando Deus perdoa a um homem seu pecado, o faz sem reservas. Eleapaga a dívida sem nenhuma revisão dos cálculos. Ele não suprime uma parte dopecado do homem, porem o faz responsável do resto – antes, no momento em que umpecado é perdoado, é como se sua iniquidade nunca houvesse sido cometida; opecador é recebido na casa do Pai e é abraçado com o amor do Pai como se nunca houvessese desviado; é levado a ser aceito diante de Deus, e desfruta da mesma condiçãocomo se nunca tivesse transgredido.

Crente, bendito seja oSenhor porque no Livro de Deus não existe pecado nenhum contra sua pessoa. Sevocê crê, é perdoado, e não é perdoado parcialmente, mas sim plenamente. Oescrito de dívida que havia contra você é apagado e é cravado na cruz deCristo, e nunca mais poderá ser usado contra ti. O perdão é completo.

Ainda mais, trata-se deum perdão no ato. Alguns imaginam (e isso é algo muito depreciativo para oEvangelho) que não podem alcançar o perdão a não ser até que morram, e talvez,de alguma forma então muito misteriosa, nos últimos instantes, possam serabsolvido – porem nós pregamos, em nome de Jesus, um perdão imediato einstantâneo para todas as transgressões – um perdão dado em um instante – nomomento em que um pecador crê em Jesus. Não é como se uma enfermidade fosse saradagradualmente e depois fosse requerido meses e largos anos de progresso até orestabelecimento total. É certo que a corrupção de nossa natureza é umaenfermidade assim, e o pecado que mora em nós tem que ser mortificadodiariamente e a cada hora; porem enquanto à culpa de nossas transgressõesdiante de Deus e à dívida incorrida para com Sua justiça, sua remissão não éuma coisa progressiva e gradual. O perdão de um pecador é concedido de imediato– será dado a qualquer um de vocês que o aceite essa noite, sim, e lhe serádado de tal maneira que não o perderá nunca. Uma vez perdoado, será perdoadopara sempre, e não sofrerá nenhuma das consequências do pecado. Você seráabsolvido eternamente e sem reservas, de tal forma que quando os céus estiveremardendo em chamas, e o grande trono branco seja levantado, e tenha lugar ojuízo final, você possa apresentar-se com determinação diante do tribunal semtemer nenhuma acusação, pois Deus nunca revogará o perdão que Ele mesmoconcede.

Irei agregar mais umcomentário. O homem que alcança esseperdão pode dar-se conta de que o possui. Se simplesmente esperasse tê-lo,essa esperança lutaria frequentemente com o medo. Se simplesmente confiassetê-lo, muitos remorsos de consciência poderiam alarmá-lo – porem, saber que opossui é um firme fundamento de paz para o coração. Glória seja dada a Deusporque os privilégios do pacto de graça não são só assuntos de esperança e deconjecturas, mas sim que assuntos de fé, convicção e de segurança. Nãoconsiderem uma presunção que um homem creia na Palavra de Deus. É a própria Palavrade Deus a que diz: “O que Nele crê não écondenado”. Se eu creio em Jesus Cristo, então não sou condenado. Quedireito tenho de pensar que o sou? Se Deus diz que não sou condenado, seria umapresunção de minha parte pensar que sou condenado. Não pode ser presunçãoreceber a Palavra de Deus tal como Ele me a dá.

“Ó!” – diz alguém – “quefeliz seria se esse fosse meu caso”. Falaste bem, pois ‘bem-aventurado aquele cuja transgressão foi perdoada, e cujo pecado foicoberto. Bem-aventurado o homem a quem o SENHOR não culpa de iniquidade”.

“Mas” – dirá alguém mais– “eu dificilmente pensaria que algo tão grande poderia ser possível paraalguém como eu”. Você raciocina à maneira dos filhos dos homens. Deve saberentão que como são mais altos os céus doque a terra, assim são os caminhos de Deus mais altos que seus caminhos, e Seuspensamentos mais que seus pensamentos. Teu é o errar, mas de Deus é operdoar. Você se extravia como um homem, porem Deus não perdoa como um homem:Ele perdoa como um Deus, de tal forma que rompemos em exclamações de assombro ecantamos: “Que Deus como tu, que perdoa amaldade, e olvida o pecado do remanescente de sua herança?” Quando você fazalgo, trata-se de alguma pequena obra adaptada as suas habilidades, porem nossoDeus fez os céus. Quando você perdoa, concede um perdão adaptado a sua naturezae suas circunstâncias – porem, quando Ele perdoa, mostra as riquezas de Suagraça em uma escala maior do que sua mente finita poderia captar. Ele apaga emum instante mil pecados do mais negro timbre, pecados de uma tonalidadeinfernal, porque se deleita na misericórdia, e o juízo é Sua estranha obra. “Porque não quero a morte do que morre, diz OSENHOR; convertei-vos, pois, e vivereis.” Meu texto proporciona-me essanota feliz. Não há remissão, exceto com sangue; mas como o sangue foiderramado, sim, há remissão.

Adentremos mais notexto, temos que insistir agora em sua grande lição que é:

II.AINDA QUE HAJA PERDÃO DE PECADO, NUNCA SE CONCEDE SEM DERRAMAMENTO DE SANGUE.

Essa é uma fraseatropeladora, pois existem alguns seres nesse mundo que confiam em seuarrependimento para o perdão do pecado. Mais alem de toda dúvida, é seu deverarrepender-se de seu pecado. Se tiver desobedecido a Deus, deve lamentar isso. Deixar de pecar não é senão o dever dacriatura, pois do contrário, o pecado não seria a violação da santa lei deDeus. Porem, deve saber que todo o arrependimento do mundo não pode apagar o menorpecado. Se só um pensamento pecaminoso atravesse sua mente, e você se afligissepor ele todos os dias de sua vida, a mancha desse pecado não poderia ser tiradanem sequer pela angústia que lhe provoca. O arrependimento é a obra do Espíritode Deus, e é um dom muito precioso e um sinal de graça – porem não há nenhumpoder expiatório no arrependimento. Em um mar repleto de lágrimas penitenciaisnão existe nem o poder nem a capacidade para lavar uma só mancha dessaespantosa imundice. Sem derramamento de sangue não há remissão.

Porem, outros supõem, dequalquer maneira, que a reforma ativa que resulta do arrependimento podeexecutar a tarefa. Que importa que se renuncie a bebedeira e a abstinência seconverta na regra? Que importa que se abandone a libertinagem e a castidadeadorne o caráter? Que importa que se renuncie aos tratos desonestos e aintegridade seja escrupulosamente guardada em cada ação? Eu digo: isso estámuito bem, queira Deus que tal reforma tenha lugar por onde quer que seja;contudo, apesar de tudo isso, as dívidas já contraídas não são pagas pelo gestode que já não nos endividamos mais, e as antigas dívidas em mora não sãoperdoadas pelo bom comportamento posterior. Então, o pecado não é remetido pelareforma. Ainda que subitamente você se convertesse imaculado como os anjos (nãoque algo assim seja possível para você, pois o etíope não pode mudar sua pele,nem o leopardo suas manchas), suas reformas não poderiam fazer nenhuma expiaçãoà Deus pelos pecados antes cometidos nos dias que transgrediste contra Ele.“Então, que devo fazer?” pergunta o homem. Há os que pensam que agora suasorações e suas humilhações de alma poderiam, talvez, lhes conseguir algo. Eu nãolhe pediria que fizesse cessar suas orações se elas são sinceras, antes euesperaria que fossem tais orações que pressagiariam uma vida espiritual.

Porem, querido ouvinte,não existe eficácia na oração para apagar o pecado. Irei expressar issoenfaticamente. Todas as orações de todos os santos da terra, e se pudessemagregar-se todos os santos do céu, todas suas orações não poderiam apagaratravés de sua própria eficácia natural o pecado de uma só má palavra. Não, nãohá nenhum poder persuasivo na oração. Deus não lhe deu o papel de produto delimpeza. Possuem certamente seus usos, seus valiosos usos. Um dos privilégiosdo homem que ora é que ora aceitavelmente, porem as orações mesmas sem sangue,não podem apagar nunca o pecado. “Semderramamento de sangue não há remissão.”, por mais que ores.

Existem pessoas quepensaram que a renúncia e as mortificações de um tipo extraordinário poderiamlivrar-lhes de sua culpa. Não nos encontramos com freqüência com gente assim emnosso círculo – no entanto, existe tais que para purificarem a si mesmos dopecado, flagelam seus corpos, observam jejuns prolongados, usam cinzas e camisasde saco pegadas a peles, e até mesmo alguns foram tão longe para imaginarem querefrear-se de banhos e permitir que seus corpos sejam cobertos de imundice, é aforma mais fácil de purificar suas almas. Certamente é uma estranha tolice! Noentanto, na Índia, hoje se encontram faquires que sujeitam seus corpos asurpreendentes sofrimentos e distorções com a esperança de se desfazerem dopecado. Qual é o propósito de tudo isso? Parece-me escutar o Senhor dizer: “O que tem que ver comigo que inclines a cabeçacomo junco e que se cubras de cilício, e comas cinzas com teu pão e misturesabsinto com tua bebida? Tu hás quebrantado minha lei, essas coisas não podemrestaurá-la; tu tens lesionado minha honra com teu pecado, porem, onde, está ajustiça que reflexa honra sobre meu nome?” O velho clamor nos temposantigos era: “Com que me apresentareidiante de Jeová?”, e diziam: “Daremosnosso primogênito por nossa rebelião, o fruto de nossas entranhas pelo pecadode nossa alma?” Ai! Tudo foi em vão. Aqui está a sentença. Aqui deve deestar para sempre: “Sem derramamento desangue não há remissão.” Deus exige a vida como castigo devido pelo pecado,e nada exceto a vida indicada no derramamento de sangue lhe satisfará jamais.

Observem, ainda, comoesse texto arruador rejeita toda confiança nas cerimônias, inclusive nascerimônias da própria ordenança de Deus. Existem alguns que supõem que o pecadopode ser lavado no batismo. Á, é uma fútil suposição! A expressão onde é usadauma vez na Escritura não implica nada desse tipo – não tem esse significado quealguns lhe atribuem, pois esse mesmo apóstolo de que se afirmava isso, segloriava de que não havia batizado a muitas pessoas para que não se chegasse aespecular que havia alguma eficácia em sua administração desse rito. O batismoé uma ordenança admirável na que o crente tem comunhão com Cristo em Sua morte.É um símbolo – porem não é nada mais que isso. Dezenas de milhares de milharesforam batizados e morreram em seus pecados. O, que beneficio há no sacrificoincruento da Missa, como diz o Anticristo?[2] Diz alguém que é “umsacrifício incruento”, e, no entanto, o oferecem como uma propiciação pelopecado? Laçamos esse texto em suas caras: “semderramamento de sangue não há remissão.” Acaso respondem que o sangue estáali no corpo de Cristo? Nós respondemos que até mesmo se assim fosse, isso nãoseria apropriado, pois é sem derramamento de sangue, sem sangue derramado, osangue como algo distinto do corpo – porem sem o derramamento de sangue não háremissão do pecado.

Prosseguirei para fazeruma distinção que irá mais profundo ainda. JesusCristo mesmo não pode nos salvar, aparte de Seu sangue. É uma suposição quesó a tolice alguma vez o fez quando afirma que o exemplo de Cristo pode tirar opecado humano, que a vida santa de Jesus Cristo colocou a raça humana em umabase tão boa com Deus que agora Ele pode perdoar suas faltas e suastransgressões. Não é assim – nem a santidade de Jesus, nem a vida de Jesus, nema morte de Jesus podem nos salvar, senão unicamente o sangue de Jesus – pois “Sem derramamento de sangue não há remissão.”

Encontrei-me com algunsque pensam tanto na segunda vinda de Cristo, que parecem ter fixado sua plenafé sobre Cristo em Sua glória. Eu creio que isso é culpa do “Irvingismo[3]” que expõe demasiadamentea Cristo no trono diante do olho do pecador; ainda que Cristo no trono é sempreo amado e adorável, contudo, devemos ver a Cristo na cruz, ou não poderemosjamais ser salvos. Sua fé não deve ser posta meramente em Cristo glorificado,mas sim em Cristo crucificado. “Longe demim gloriar-se, senão na cruz de nosso Senhor Jesus Cristo.” “Nós pregamos aCristo crucificado, para judeus certamente tropeço, e para os gregos loucura.”

Eu me lembro de ummembro dessa igreja (a amada irmã poderia estar presente agora), que havia sidodurante alguns anos uma professante, porem nunca havia desfrutado de paz comDeus, nem tinha produzido nenhum dos frutos do Espírito. Ela dizia: “Tenhoestado em uma igreja onde me ensinaram que me apoiasse em Cristo glorificado, esucedeu que eu fixei de tal maneira minha confiança Nele glorificado, que nãotinha nenhum sentido de pecado, nem um sentido do perdão de Cristo crucificado!Eu não sabia, e até que O vi derramando Seu sangue e fazendo uma propiciação,nunca entrei no repouso”.

Sim, lhe diremos denovo, pois o texto é vitalmente importante: “Sem derramamento de sangue há remissão”, nem sequer com o próprioCristo. O meio de quitar nosso pecado é o sacrifício que Ele ofereceu por nós –só isso, e nenhuma outra coisa. Sigamos adiante com a mesma verdade:

III. ESSA REMISSÃO DO PECADO DEVE DE SER ACHADA AO PÉ DA CRUZ.

Há remissão e se podeobter de Jesus Cristo, cujo sangue foi derramado. O hino que cantamos noprincípio de nosso culto proporcionou-lhes o miolo da doutrina. Devemos a Deusuma dívida de castigo pelo pecado. Estava pendente essa dívida ou não? Se a leiestava na verdade, o castigo deveria ser executado. Se o castigo erademasiadamente severo, e a lei era imprecisa, então Deus havia cometido umerro. Porem, supor isso é uma blasfêmia. Então, sendo a Lei certa e sendo justoo castigo, faria Deus algo injusto?

Seria algo injusto deSua parte que não executasse o castigo. Desejaria que fosse injusto? Ele haviadeclarado que a alma que pecasse deveria morrer – desejaria que Deus fosse ummentiroso? Deveria engolir Suas palavras para salvar a Suas criaturas? “Seja Deus verdadeiro e todo homem mentiroso.”A sentença da lei tem que ser executada. Era inevitável que se Deus mantinha aprerrogativa de Sua santidade, devia castigar os pecados que os homens haviamcometido, então, como Ele havia de nos salvar? Contemplem o plano! Seu amadoFilho, o Senhor da glória, assume a natureza humana, toma o lugar de todosaqueles que o Pai lhe deu, ocupa seu lugar, e quando a sentença da justiça éproclamada e a espada salta de sua bainha, eis aqui, o glorioso Substituto quedesnuda Seu braço e diz “Golpeia, Óespada, porem golpeia-me a mim, e deixa ir a meu povo”. A espada da Lei seintroduziu na alma mesma de Jesus, e Seu sangue foi derramado, sangue não dealguém que era meramente homem, mas sim de Um que, sendo um Espírito eterno,era capaz de se oferecer sem mancha para Deus de uma maneira que proporcionavauma eficácia infinita a Seus sofrimentos. Por meio do Espírito Eterno nos éinformado que Ele se ofereceu sem mancha a Deus. Sendo em Sua própria naturezainfinitamente além da natureza do homem, abarcando todas as naturezas humanas,por assim dizê-lo, dentro de Si, em razão da majestade de Sua pessoa, foi capazde oferecer uma expiação a Deus de uma suficiência infinita, ilimitada einconcebível.

Nenhum de nós poderiadizer o que nosso Senhor sofreu. Estou certo disso: que eu não menosprezariasem subestimaria Seus sofrimentos físicos- as torturas que suportou em Seucorpo – porem estou igualmente certo de que nenhum de nós poderia exagerar ousupervalorizar os sofrimentos de uma alma como a Sua, pois estão mais alem detoda concepção. Ele era tão puro e tão perfeito, tão sutilmente sensível e tãoimaculavelmente santo, que ser contato entre os transgressores, ser golpeadopor Seu Pai, ter que morrer (devo de dizer-lo?) a morte de um incircunciso pormãos de estrangeiros, era a própria essência da amargura, a consumação daangústia. “Com tudo isso, quis o Senhorquebrantá-lo, sujeitando-o a padecimento”. Suas aflições, em si mesmas, eramo que a liturgia grega bem chama: “sofrimentos desconhecidos, grandes dores”.De aqui, também, que sua eficácia seja sem fronteiras, sem limites. Portanto,Deus é capaz agora de perdoar o pecado. Ele castigou o pecado em Cristo; convêmà justiça, assim como à misericórdia, que Deus suprima essas dívidas que forampagas. Seria injusto – falo com reverência, porem, no entanto, com santaousadia – seria injusto da parte da Majestade divina culpar-me de um só pecadoque já foi cobrado de meu Substituto. Se minha Fiança assumiu meu pecado, Eleme liberou, e eu estou livre. Quem reavivará o juízo contra mim quando já fuicondenado na pessoa de meu Salvador? Quem me enviará para as chamas do Geenna,quando Cristo, meu Substituto, sofreu o equivalente do inferno por mim? Quem meacusaria de algo quando Cristo assumiu já todos meus crimes, e respondeu poreles, os expiou, e recebeu o sinal da absolvição deles, posto que ressuscitoudos mortos para poder vindicar abertamente essa justificação, a qual por graçasou chamado e na que tenho o privilégio de participar? Tudo isso é muitosimples, está contido em poucas palavras, porem, o temos recebido todos – o temosaceitado todos?

Ó, meus queridos ouvintes!O texto está cheio de advertências para alguns de vocês. Vocês poderiam ter umadisposição amigável, um excelente caráter e uma índole madura, porem possuemescrúpulos de aceitar a Cristo – vocês tropeçam com essa pedra de tropeço – sedespedaçam nessa rocha. Como posso responder a seu desventurado caso? Não ireiraciocinar com vocês. Abstenho-me de entrar em alguma discussão, porem lhesfaço uma pergunta: crêem que a Bíblia é inspirada por Deus? Olhem, então,aquela passagem que diz: “Semderramamento de sangue não há remissão”. O que dizem? Não é claro,absoluto, definitivo? Permitam-me tirar a conclusão. Se não possuem uminteresse no derramamento de sangue que me esforcei por descrever brevementeexiste alguma remissão para vocês? Poderia existir? Seus próprios pecados estãoagora sobre suas próprias cabeças. De suas mãos serão demandados na vinda dograndioso Juiz. Podem fazer, podem trabalhar arduamente, podem ser sinceros emsuas convicções e estar tranquilos em suas consciências, ou podem ser sacudidosde um lado a outro por seus escrúpulos – porem, vive o Senhor, que não háperdão para vocês, exceto através desse derramamento de sangue. Por acaso orejeitam? Sobre sua própria cabeça seja o perigo! Deus há falado. Não pode dizer-seque a ruína de vocês está desenhada por Ele quando o próprio remédio para vocêsé revelado por Ele mesmo.

Ele lhe pede que siga ocaminho por Ele estabelecido, e se você o rejeita, deve morrer. Sua morte é umsuicídio, seja deliberado, acidental ou por conta de um erro de juízo. Seusangue seja sobre sua cabeça. Está advertido.

Por outro lado, queconsolação tão transcendente o texto nos proporciona! “Sem derramamento desangue não há remissão”, porem onde existe derramamento, existe remissão. Sevocê veio a Cristo, é salvo. Se você pode dizer isso do profundo de seucoração:

“Minha fé coloca emverdade sua mão

Sobre essa amada cabeçaTua,

No caso que comopenitente me apresento,

E aqui confesso meupecado.”

Então, seu pecadodesapareceu. Onde está esse jovem? Onde está essa jovem? Onde estão essesansiosos corações que estiveram dizendo: “quereríamos ser perdoados agora?” Olhem,olhem, olhem, olhem ao Salvador crucificado, e são perdoados! Podem seguir seucaminho, no tanto que tenham aceitado a expiação de Deus. Filha, tenha ânimo,pois seus pecados, que são muitos, lhe são perdoados. Filho, regozije, poissuas transgressões são apagadas.

Minha ultima palavraserá essa: Vocês que não mestres de outros e tratam de fazer o bem, aferrem-sefirmemente a essa doutrina. Isso deve ser a frente, o centro, a medula e otutano de todo o que tem que testificar. Eu o prego com frequência, porem nãohá jamais um domingo no que me retire a meu leito com tanto contentamento nomais íntimo como quando preguei o sacrifício substitutivo de Cristo. Entãosinto que: “Se os pecadores se perdem,não tenho nada de seu sangue sobre mim”. Essa é a doutrina que salva a alma– apeguem-se a ela e terão possuído da vida eterna – se a rejeitam, o haverãorejeitado para sua confusão. Ó, apeguem-se a isso! Martinho Lutero sempre diziaque cada sermão deveria conter também a doutrina da expiação. Lutero diz quenão podia meter a doutrina da justificação pela fé nas cabeças dos habitantesde Winttenberg, e se sentia meio inclinado levar seu livro ao púlpito paraarrebentá-lo em suas cabeças, para conseguir que se introduzisse nelas essadoutrina. Temo que não teria tido êxito se o tivesse feito. Porem, sim, como eutrataria de martelar uma, e outra, e outra vez sobre esse prego. “A vida da carne no sangue está.” “E verei osangue e passarei de vós.”

Cristo entrega Sua vidaderramando Seu sangue: é isso o que lhes proporciona o perdão e a paz a cada umde vocês, se olham para Ele. Perdão agora, perdão completo, perdão para sempre.Tirem o olhar de todas as outras confianças e descansem nos sofrimentos e namorte do Deus Encarnado, que foi aos céus e que vive hoje para intercederdiante do trono de Seu Pai, pelo mérito do sangue que derramou no Calváriopelos pecadores. Como irei ver a todos vocês naquele grande dia, quando oCrucificado venha como Rei e Senhor de tudo, dia que está apressando-se compresteza, como eu os irei ver então, lhes peço que dêem testemunho de que meesforcei por falar-lhes com toda simplicidade qual era o caminho da salvação –e se o rejeitarem, façam-me o favor de declarar que ao menos lhes proclameiesse Seu Evangelho em nome de Jeová, e que os exortei sinceramente a aceitá-lopara que fossem salvos. Porem eu preferiria que agradasse a Deus que osencontrasse ali a todos cobertos com a única expiação, vestidos com a únicajustiça, e aceitos no único Salvador, e então cantaríamos juntos: “O Cordeiro que foi imolado e que nos redimiupara Deus é digno de tomar o poder, as riquezas, a sabedoria, a fortaleza, ahonra, a glória e o louvor pelos séculos dos séculos”. Amém.

ORE PARA QUE O ESPIRITIO SANTO USE ESSE SERMÃO PARA EDIFICAÇÃO DEMUITOS E SALVAÇÃO DE PECADORES.

NOTAS


[1] Spurgeon cria que Pauloescreveu a Epistola aos Hebreus: muitos tem dúvidas disso e crêem ter sidoApolo ou outro próximo de Paulo (N.T)

[2] Referênciaclássica ao Papado Católico Romano.

[3] Irvingismo: Movimento restauracionista encabeçado por Edward Irving(4 de agosto de 1792 – 7 de dezembro de 1834) pregava o eminente retorno deJesus Cristo. Suas interpretações, principalmente que nos último dias haveriauma nova manifestação carismática do Espírito Santo, valeram sua expulsão dopresbitério de Londres em 1830. Os seguidores de Irving organizaram a Holy Catholic Apostolic Church,intencionando difundir a sua mensagem entre os protestantes, católicos eortodoxos. Visavam o restabelecimento de apóstolos, a profecia, o selo(imposição das mãos para receber o Espírito Santo) e o dom de línguas(glossolalia religiosa). Irving profetizou a implementação do Reino Milenarquatro vezes. Não confundir com o movimento Darbysta, de John Darby e omovimento dos irmãos, que rejeitava o Irvinginismo. (Wikipédia)

06-06-16 013

Rev. Ângelo Medrado, Bacharel em Teologia, Doutor em Novo Testamento, referendado pela International Ministry Of Restoration-USA e Multiuniversidade Cristocêntrica é presidente do site Primeira Igreja Virtual do Brasil e da Igreja Batista da Restauração de Vidas em Brasília DF., ex-maçon, autor de diversos livros entre eles: Maçonaria e Cristianismo, O cristão e a Maçonaria, A Religião do antiCristo, Vendas alto nível, com análise transacional e Comportamento Gerencial.