Categorias
Estudos

“Bienaventurados los que ahora tenéis hambre, porque seréis saciados”. Lucas 6:21.

“Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados”. Mateo 5:6.

12 de julio de 2011Justicia para los hambrientos

 

Otra vez nos encontramos con que los dos evangelistas, Lucas y Mateo, dan versiones un tanto diferentes de esta bienaventuranza. Lucas es más concreto, práctico y sólo nos habla del hambre. Mateo suaviza, espiritualiza, concreta en un tipo de hambre: el hambre de justicia. Yo pienso que, como ocurre con otras bienaventuranzas, la distancia entre los dos apóstoles cuando formulan la bienaventuranza que oyeron de Jesús, tampoco están tan lejos.  El hambre de justicia, implica también el hambre de justicia redistributiva que afecta a los hambrientos de una forma tan transgresora de la justicia que Dios quiere que reine en el mundo.
Aunque sólo se entendiera el hambre de la justicia total que Dios debe de tener, no hay duda que no puede quedar fuera la justicia redistributiva de los alimentos del mundo. Aunque fuera solamente hambre de justificación, el justificado tiene que amar al prójimo y, por ende, preocuparse de la justicia redistributiva de los alimentos del planeta que condenan a más de mil millones de personas en el mundo al hambre, a la muerte por hambre o a la infravida de los hambrientos del mundo.
De todas formas, como ocurre con el caso de la bienaventuranza de los pobres o de los que lloran, el hambre en sí no puede ser deseada por nadie.  A lo largo de toda la Biblia hay un reguero que afecta a los hambrientos y Dios tiene que proveer para ellos, sea a través del maná, o sea a través de los milagros de Jesús. El hambre no puede ser deseada por nadie al ser una tragedia humana y, en el caso del mundo en donde el hambre podría ser vencida, es un escándalo de la historia de la humanidad. Jesús conoció el hambre y la sed material, física. No era ajeno a la tragedia de los hambrientos del mundo. ¿Por qué estos pueden ser felices? ¿En qué consiste su bienaventuranza? ¿Es sólo una bienaventuranza para el más allá? ¿No hay esperanza para los hambrientos del mundo en nuestro aquí y nuestro ahora?
Metahistóricamente, de forma apocalíptica, sí se nos promete el final del hambre y del sufrimiento, pero Jesús se preocupó también de los pobres de la tierra en nuestro momento histórico, de los hambrientos del mundo.  La saciedad les puede llegar también en nuestra historia, en nuestra realidad. Quizás esto nos enlace con la relación entre la bienaventuranza de Mateo y Lucas. El hambre real de los que han de ser bienaventurados, debe ser saciada por la acción de aquellos que su hambre no es real, sino que tienen hambre y sed de justicia. La justicia social y redistributiva no puede estar excluida de la justicia global de Dios, de la justicia que él quiere que los bienaventurados busquen.
La búsqueda de la justicia y la necesidad de que haya buscadores de justicia es un tema bíblico central.  Ya desde los profetas se nos insta a hacer y buscar justicia. En los valores del Reino que irrumpe en nuestra historia con la figura de Jesús, también se nos habla de la justicia del Reino. No creo que esta justicia del Reino sea una justicia insolidaria que excluye la justicia que necesitan los hambrientos del mundo. Todo el que lucha por la justicia del Reino, tiene que luchar por la justicia que debe eliminar las injusticias que afectan a nuestro prójimo. La justicia del Reino implica la projimidad. Hacia la defensa del prójimo excluido y marginado se dirigen todos los valores del Reino que debe trastocar las justicias humanas y llegar a poner a los últimos como primeros.
Todos aquellos que han sido justificados deben ser también y, a su vez, buscadores de justicia. Estos no se pueden sentir contentos con las justicias humanas que, en la mayoría de los casos, son inmisericordes. La justicia de los justos, de los justificados, debe ser una justicia como la que nos trajo Jesús: una justicia misericordiosa. Los justos, entre los que se deberían encontrar los cristianos al haber sido justificados por Dios, no se deberían conformar con la justicia que les presenta el mundo. Debe ser una justicia misericordiosa que tiene en cuenta al que no tiene nada. Si la justicia humana es dar a cada uno lo suyo, la justicia de los justificados tiene que ver con aquellos que no tienen nada, con aquellos de los que no se puede invocar ni siquiera lo suyo.
Loa hambrientos del mundo deben llegar a quedar saciados. Para ello tiene que haber derroches de amor, de justicia y de projimidad.  Los hambrientos del mundo necesitan pan y algo más: hay que devolverles su dignidad, hay que mostrarles el amor que emana del amor de Dios que ha sido derramado en nuestros corazones, hay que hacerles justicia… Yo, mientras haya tantos hambrientos en el mundo, no puedo entender a los cristianos que viven de espaldas a estos sufrientes de la tierra privándoles de su bienaventuranza. La bienaventuranza llegará en su plenitud cuando el Reino se haya alcanzado también plenamente.
Mientras, al igual que ya el Reino de Dios y sus valores ya están entre nosotros y hemos de acercarlos a los pobres, también hemos de acercar las posibilidades de vida justa a los hambrientos. Son nuestros prójimos. Necesitan de la mano tendida de los cristianos que dicen haber sido justificados que, llenos de hambre y sed de justicia, se acercan a sus prójimos empobrecidos y excluidos de los bienes del planeta tierra, a los hambrientos, para mostrar que hay pueblo justo, remanente justificado que, a su vez, practican la justicia. Así, también en nuestro aquí y nuestro ahora, podremos conseguir que la bienaventuranza llegue a los hambrientos del mundo. Es entonces cuando estaremos anticipando la bienaventuranza: “Bienaventurados los que tienen hambre, porque ellos serán saciados”. Aún es posible, en nuestro momento histórico, hacer felices a los hambrientos. Se necesitan agentes del Reino que tengan hambre y sed de justicia.

Autores: Juan Simarro Fernández

© Protestante Digital 2011

Categorias
Estudos

Quando sei que alguma coisa é da vontade de Deus ou não?

 

Imagem do avatarPor Daniel Simoncelos (perfil no G+ Social) em 11 de julho de 2011

Quando sei que alguma coisa é da vontade de Deus ou não?

Quando sei que alguma coisa é vontade de Deus ou não?

É porque algum líder falou? Porque algum pastor mandou? Certamente que não. Se você fica buscando pessoas para te falarem o que deve fazer, é porque não quer desenvolver um relacionamento com Deus e quer apenas um guru espiritual. Isso fazem as pessoas que procuram videntes, etc.

Muitos crentes querem ir ao monte ou em determinadas igrejas para ouvirem alguns profetas falarem coisas a seu respeito. Estão em busca de “recados” de Deus. E normalmente os “profetas” atendem aos pedidos. Dizem algumas coisas generalizadas e são muito sensitivos para darem os recados que as pessoas querem ouvir. Normalmente relacionado a vitória, porta aberta, etc.

Não estou dizendo que Deus não possa usar uma pessoa para falar contigo, porém se este for o único meio que você tem te convido a refletir se realmente tem um relacionamento com Deus, ou se O conhece de ouvir falar apenas.

Então como você pode saber se alguma decisão que irá tomar é de Deus ou não?

A primeira coisa que você deve fazer é entregar sua vida nas mãos de Deus. Se você realmente entregar seu coração para Jesus, certamente Ele te mostrará o que deve ou não fazer. A partir do momento que você recebe a Cristo, o seu coração recebe o selo do Espírito Santo (2 Co 1:22) e a partir daí, Ele te direcionará.

O problema é que muitos cristãos no início de suas jornadas, obedecem à voz do Espírito Santo nos seus corações e àquele incomodo que Ele dá para que não façam determinadas coisas que antes eram normais. Porém, com o passar do tempo, muitos começam a ignorar essa voz. E começam a tentar argumentar com essa voz.

Por exemplo: Você está carente e aparece um(a) garoto(a) que parece perfeito(a) para você. Você sabe que não é a hora certa para ter um relacionamento, que deveria se curar, se consagrar, porém você ignora isto e começa a argumentar dizendo que a pessoa é perfeita para você, que apareceu na hora certa falando tudo aquilo que você precisava ouvir. Essas situações normalmente são colocadas pelo diabo e não por Deus. Porém você argumenta, sabe que é errado, sabe que irá fazer besteira, porém ignora a voz do Espírito Santo e faz.

A resposta para a pergunta é simples: Você sabe o que é vontade de Deus para sua vida, porque a Paz dEle é o árbitro. Se não há paz no seu coração, não é de Deus. Agora, se você já ignorou tanto o Espírito Santo, que está a ponto de apagá-lo em sua vida (I Ts 5:19) talvez seu coração já esteja cauterizado e já nem ouve mais o que Ele diz.

Neste caso , você precisa voltar para Deus. Seu coração já está invertendo novamente os valores e sua carne está muito mais forte que seu espírito. Seu primeiro amor se foi e o Senhor te exorta a voltar às práticas das primeiras obras e se arrepender.

Querido, a voz de Deus é tudo que precisamos para viver nesta terra. Com ela, podemos caminhar seguros mesmo em meio ao vale da sombra da morte. Quanto mais você responder sim ao Senhor, mais ouvirá a sua voz e terá cada vez mais intimidade com Ele.

Imagem do avatar

Por Daniel Simoncelos (perfil no G+ Social)
Categorias
Estudos

Você ainda não acredita em mula sem cabeça?

 

por Marcos Soares

mula sem cabeça

Não é lenda nem folclore nacional. A mula sem cabeça existe. Ela, inclusive, está na Bíblia. É verdade! Está no Salmo 32:9: “Não sejam como o cavalo ou a mula, que não têm entendimento mas precisam ser controlados com freios e rédeas, caso contrário não obedecem”.

Já conheceu alguém que não se submete a nada e a ninguém? Que se considera livre, porque ninguém tem o direito de dizer o que é certo ou errado? Que acha esse negócio de pecado uma coisa superada? Que acha que obedecer não é uma resposta de amor, mas um subproduto da opressão? Pois esta é, precisamente, a mula sem cabeça: a pessoa que insiste em viver do jeito que acha melhor. Não que lhe falte cérebro: falta-lhe entendimento.

São pessoas assim que veem Deus apenas como um Provedor sobrenatural, cuja graça nos dá o direito de viver nossa vida de acordo com nossos mais desvairados (des)caminhos.

Não precisam do conselho de Deus, porque essa coisa de regras e de mandamentos já está superada.

Segundo eles, um Deus que exige não é um Deus legal. A gente quer um Deus “mano”, um Deus “maneiro”, um Deus “da hora”, que nos dê do bom e do melhor, sem exigir nada em troca. Porque essa coisa de “devoção” é muito legalista. Gente “cabeça” é gente que pensa e pensa o que quiser, do jeito que achar melhor.

Na verdade, quem pensa assim é gente sem-cabeça.  Se esqueceram de ler o que Deus falou antes disso: “se eu instrui-lo e você seguir o meu conselho, então saberá o caminho que deve tomar” (Salmo 32:8, parafraseado).

Então, ainda não acredita? Fique esperto, ela pode estar mais perto do que você imagina. De repente ela acaba de ler este artigo…
A ilustração, negritos e grifos foram inseridos pelo autor do site.

medrado. perfil

Rev. Ângelo Medrado, Bacharel em Teologia, Doutor em Novo Testamento, referendado pela International Ministry Of Restoration-USA e Multiuniversidade Cristocêntrica é presidente do site Primeira Igreja Virtual do Brasil e da Igreja Batista da Restauração de Vidas em Brasília DF., ex-maçon, autor de diversos livros entre eles: Maçonaria e Cristianismo, O cristão e a Maçonaria, A Religião do antiCristo, Vendas alto nível, com análise transacional e Comportamento Gerencial.