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George Harrison y el mundo material

José de Segovia Barrón

 

George Harrison y el mundo material

Hay otro camino que lleva a una relación con el Dios personal y trascendente. Esa meditación se basa en las Escrituras

08 DE NOVIEMBRE DE 2011

La última película de Scorsese es un documental sobre el Beatle silencioso  George Harrison, diez años después de su muerte. Se llama Viviendo en el mundo material. El más discreto y místico de los cuatro chicos de Liverpool que conmovieron el mundo, murió de cáncer a finales del año 2001 en Los Ángeles. Su figura no es tan popular como la de Lennon, pero se empieza ya a reconstruir poco a poco una enigmática personalidad, que permaneció a la sombra del grupo que ha marcado no sólo la música popular de nuestro tiempo, sino la identidad de varias generaciones de jóvenes que buscaron la luz en Oriente.
El nombre de la película, Living in the Material World,  viene del disco que Harrison hizo en 1973. Lo hizo después de organizar una serie de conciertos para Bangladesh, que fueron el germen de todos los festivales benéficos que se han hecho a partir de entonces. El álbum nace de una espiritualidad que hunde sus raíces en el libro, cuyas ilustraciones aparecen al desplegar la carátula de este disco: El Bhagavad Gita.
El disco es en cierta manera una versión ampliada de su canción en forma de oración, My Sweet Lord ( Mi Dulce Señor ) , que en 1971 mezclaba los mantras a Krishna con los aleluyas cristianos , llevando a Harrison al primer puesto de las listas de ventas, tras la disolución de los Beatles. En las notas que acompañan la actual reedición del álbum, un iluminado George reconoce la influencia de Bhaktivedanta Swami. Una música a la que solo le falta sándalo para transmitir su esencia religiosa con una asombrosa candidez acústica.
REVOLUCIÓN ESPIRITUAL
Los años sesenta trajeron una revolución espiritual de la que todavía vivimos hoy. El racionalismo y la religión tradicional son cuestionados, porque el progreso había dejado de lado lo inexplicable . La teología había acabado con el alma y el misterio de la fe. La Iglesia había aceptado la alianza industrial-político-militar, buscando sólo el poder para imponer su moralidad. Las religiones orientales, sin embargo, parecían mostrar más respeto por la naturaleza y estar menos interesadas en la guerra y la búsqueda de las riquezas.
“Yo creo más en las religiones de la India” –dice George Harrison, al volver de Bombay en 1966–, “que en todo lo que he aprendido del cristianismo”.  Para él, “su religión no es como lo que parece ser el cristianismo, ir a la iglesia el domingo por la mañana, porque se supone que tienes que ir, en vez de por qué quieres ir”. En Oriente encuentra algo que “es cada segundo y minuto de tu vida, cómo actúas, cómo te comportas y cómo piensas”…
George dice que la única cosa que merece la pena buscar en la vida es la respuesta a las últimas preguntas: ¿quién soy?, ¿por qué estoy aquí?, ¿a dónde voy? “Hemos conseguido dinero y fama” –observa el antiguo Beatle–, “fue divertido un tiempo, pero desde luego no es la respuesta a lo que es la vida”.
“LA TRAMPA CATÓLICA”
El Within You Without You de Harrison nos desafía a no ignorar las realidades espirituales, frente a la realidad material, citando incluso las palabras de Jesús . Paul y George eran hijos de católicos casados con agnósticos de origen protestante. Se criaron en casas donde la religión no tenía ninguna importancia. Sus padres eran trabajadores del norte de Inglaterra, que veían la Iglesia como un instrumento de poder de los ricos.
La crítica de George, sin embargo, de la Iglesia católica, no se basa en su vacuidad, sino en su manipulación . El creía que la gente iba a misa por miedo a la condenación, más que por amor a Dios. Pensaba que ese temor, una vez implantado en un niño, es difícil librarse de él. “Esa es la trampa católica”, dice Harrison –pensando en la máxima jesuita, por la que si la Iglesia tiene un niño hasta los siete años, será suyo para siempre–. “Te agarran cuando eres joven y te lavan el cerebro, para tenerte el resto de tu vida”.
La hermana de George, Louise, se fue a América en 1965, para ser educada en un convento, pero reaccionó contra su iglesia de un modo similar. “Es cuestión de miedo”, afirma. “Cuando éramos lo suficientemente pequeños para ser gobernados por el temor, hicimos lo que pensamos que sería mejor hacer, si no queríamos freírnos en algún sitio; pero cuando nos hicimos lo suficiente mayores para pensar por nosotros mismos, decidimos que ese no era nuestro dios”. Por eso cuenta que “los dos se alejaron de ello”.
EX ORIENTE LUX
George era tan anticatólico, que veía su conversión a la religión oriental como una completa ruptura con el cristianismo. Aunque es curioso que repita continuamente las debilidades del catolicismo para resaltar lo atractivo del hinduismo. Sin embargo, su principal problema con la iglesia donde había sido bautizado es que no era suficientemente espiritual. Una vez tomado el sacramento, vivían como si aquello no fuera verdad…
“Lo que pasa con la religión, es que es algo que te obligan a hacer el domingo por la mañana” – reflexiona Harrison a los 22 años–. “Significa muy poco para la gente, incluso si van a la iglesia, no sienten gran cosa por ello”. Ve la diferencia entre lo que dicen y lo que hacen. “Piensan que después del domingo pueden seguir haciendo lo que hacían, ¡no cambia la manera en que actúan!”.
En contraste –en su primera visita a la India en 1966–, le impresionó cómo los devotos hindúes incorporaban sus creencias a cada aspecto de su vida . También le llamó la atención la ausencia de culpa por un sentido de pecado. Hay dos cosas sin embargo en el hinduismo, que no pueden sorprender a ningún católico: el poder de las imágenes y la letanía de los rezos. ¿Qué te ayuda a concentrarte en Dios?, le preguntan en 1982. Contesta: “Tener tantas cosas alrededor mío que me recuerden a él, como incienso e imágenes”.
DEL LSD AL MAHARISHI
George conoce al guru  Maharishi en 1967 , dos meses después de que los Beatles  hicieran su disco Sergeant Pepper´s Lonely Hearts Club Band. En su canción Dentro de Ti, Fuera de Ti, Harrisonanunciaba que habían descubierto un amor, con el que “podríamos salvar el mundo”. Entonces cantaba: “Todos somos uno y la vida fluye dentro de ti y fuera de ti”. Aunque lo que había descubierto desde hacía dos años era el LSD. Un amigo dentista le había dado una dosis con el café después de cenar. George dice que “no había probado nada parecido antes”. Cree que “abrió algo dentro” de él y “se dio cuenta de muchas cosas”.
El verano de 1967 lo pasa Harrison en el centro mismo de la cultura psicodélica, en el barrio de Haight-Ashbury en San Francisco, pero al no encontrar allí el amor que buscaba, abandonó el mundo de la droga. “El LSD no es verdaderamente la respuesta”, dice: “No te da nada” . Aunque “te permite ver muchas posibilidades, que quizás no habías visto nunca antes, no es la respuesta”, dice a la prensa musical. “Hay maneras especiales de elevarse sin drogas, como el yoga, la meditación y todas esas cosas”.
Los Beatles conocieron a Maharishi Mahesh Yogi cuando tenía 55 años. Había fundado un Movimiento de Regeneración Espiritual. Con su larga melena, una barba gris, túnicas blancas y una sonrisa beatifica, hablaba siempre de amor, en un discurso lleno de acertijos. Las historias que se contaban entonces de estos maestros orientales eran increíbles. Se decía que andaban sobre el agua y vivían cientos de años, con cuerpos que no eran más que materializaciones. Todo aquello fascinó al grupo, pero se desilusionaron después de una temporada en su ashram.  Lennon, de hecho, le dedica una canción, llamándole Sádico sexual . Sin embargo, el interés que Harrison sentía por las religiones orientales no era algo pasajero, pero será Swami Prabhupada quien ocupe su lugar .
ENTRE HARE KRISHNAS  Y ALELUYAS
El fundador de Hare Krishna se había mudado a San Francisco en los años sesenta. Harrison le regalaría luego una mansión en Inglaterra y les apoya económicamente. En 1969 graba el Mantra Hare Krishna con Ravi Shankar, que llegó a ser un éxito popular, antes de Mi dulce Señor . Cuando los Beatles hacen Sergeant Pepper, Georgehabía pasado ya seis semanas en Bombay con este músico indio, aprendiendo a tocar el sitar. “Habiendo tenido éxito y conocido a toda la gente que merece la pena conocer”, Harrison concluye que en Occidente “todos vibran en un ámbito material, que no te lleva a ningún sitio”, pero en la India siente que hay “algo que es sólo espiritual”.
“Espero salir de este lugar”, canta en Living in the Material World, “por la Gracia del Señor Sri Krishna, mi salvación del mundo material”. En su gira americana de 1973, George hace que el público cante el Mantra Hare Krishna, prometiendo que “si lo hacemos todos, volaremos el techo por los aires”. No ocurrió así, pero el cantante mantuvo su fe hasta el final. Tanto fue así, que cuando fue asaltado en su casa, algo antes de morir, con un arma blanca, dijo Hare Krishna , según declaró su atacante en el juicio. En los años noventa todavía canta para promover la meditación trascendental, y financia el Partido de la Ley Natural,  la rama política de los seguidores de Maharishi. ¿Qué es lo que encontró Harrison en este misticismo oriental?
¿VER PARA CREER?
“Si hay un Dios, quieres verle”, dice George en una de sus entrevistas. “No tiene sentido creer en algo sin pruebas”. Por eso practicaba la meditación oriental . El creía que “puedes realmente ver a Dios, oírle, tocarle”. Pero “toda la actitud cristiana consiste en que creas lo que ellos creen”, pensaba George. Mientras que “en la India aprendí que no puedes creer en nada hasta que no hayas tenido una experiencia directa de ello”. La meta de Harrison era por eso descubrirlo perdiendo su individualidad en el puro ser, llegando al estado de pura conciencia por el camino de la meditación trascendental.
Pero hay otro camino que lleva a una relación con el Dios personal y trascendente, que se ha revelado en la Biblia. Esa meditación se basa en las Escrituras . Por ellas el Espíritu se manifiesta, pudiendo experimentar a Dios por medio de Jesucristo, que es el camino, la verdad y la vida. Para eso no hay que divinizar, ni despreciar el yo.
Porque el mundo no es la realidad última, pero tampoco un mero espejismo. No hay que evadirse, sino enfrentarnos a quiénes somos por medio de esa cruz, que rompe la barrera que nos separa del Dios vivo, por el camino del perdón. Es así como encontramos el dulce Señor, en el que la paz y la justicia se besan.

Autores: José de Segovia Barrón

©Protestante Digital 2011

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Lennon, retrato desde la fe del artista adolescente

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José de Segovia Barrón

 

Lennon, retrato desde la fe del artista adolescente

Una película narra los años de adolescencia de John Lennon, el beatle que tuvo más relación con el cristianismo.

7 de junio de 2011

En Nowhere Boy ( Chico de ninguna parte ), la directora londinense Sam Taylor-Wood lleva a la pantalla la desorientación de este joven atormentado, que lucha por encontrarse a sí mismo. A partir del libro de su hermanastra, el artista encarnado por Aaron Johnson busca su lugar en el mundo, en medio de una familia desestructurada. Kristin Scott Thomas interpreta a la religiosa tía Mimi, que hace que Lennon vaya cuatro días a la semana a la iglesia.
Escribo este artículo en Italia, donde estoy en una conferencia sobre la teología en el sur de Europa, convocada por Paul Wells, decano de la Facultad de Aix-en-Provence en Francia. Wells se crió a pocas calles de la casa donde vivía el músico con su tía Mimi, en el depauperado Liverpool de los años cincuenta. Su colega Peter Jones –ahora profesor de Nuevo Testamento en Westminster, Filadelfía– era compañero de clase de Lennon. Y aunque Paul es más dylaniano que beatlemano, me cuenta algunos de sus recuerdos de aquellos años…
EDUCACIÓN RELIGIOSA
Lennon nunca tuvo miedo de hablar de su educación religiosa. “Señor Lennon” –le preguntó un periodista en una rueda de prensa en Chicago– “¿son todos los Beatles cristianos? Tras una breve pausa, John comenzó a hablar: “Todos crecimos…”. Cuando de repente cambió la frase, para referirse sólo a sí mismo: “No soy un cristiano practicante, como me educaron, pero no tengo ideas que no sean cristianas”.
Es como si Lennon estuviera a punto de decir que “crecieron como cristianos” o “en la iglesia”, cuando se dio cuentaque aunque los cuatro Beatles habían sido bautizados de niños –él y Ringo como anglicanos, Paul y George como católicos–, sólo él podía decir que había “crecido” en la iglesia.  Días después de esas declaraciones, John le dijo a Leroy Aarons del Washington Post que su educación fue la “normal en la Iglesia de Inglaterra, yendo a la escuela dominical y a la iglesia”.
El resto de los Beatles tuvieron periodos de contacto con la religión organizada, pero no tuvieron presión familiar alguna para seguir el camino cristiano. Paul y George  eran hijos de católicos, casados con agnósticos de origen protestante. Se criaron en casas donde la religión no tenía ninguna importancia. Sus padres eran trabajadores del norte de Inglaterra, que veían la Iglesia como un instrumento de poder de los ricos.
La madre de Ringo  perteneció sin embargo un tiempo a la Orden de Orange, una organización protestante que tiene todavía mucha influencia en Irlanda del norte, pero que Paul Wells me comenta que era muy fuerte entonces en Liverpool. La iglesia anglicana, donde iba Ringo a la escuela dominical (St. Silas en la calle High Park de Toxteth Park), era de orientación evangélica (el edificio se demolió, cuando cerró en 1952). Aunque “iba allí, porque era un sitio donde podía jugar con bloques y pintar” dice Ringo –que se unió luego al coro de la iglesia, porque “pagaban bien”–.
Aunque varió su educación religiosa, todos perdieron el interés en la iglesia al llegar a la adolescencia. Ninguno de sus padres era particularmente religioso. Creían que la iglesia era para la gente mayor (que necesita consuelo), mujeres (que buscan ayuda emocional) y niños (que necesitan dirección). John se muestra sin embargo particularmente irritado, cuando habla de religión. Ya que él pasó más tiempo en la iglesia que ningún otro Beatle .
Una de las primeras cosas que Lennon hizo cuando estaba “aclarándose sobre Dios” –como lo describió después–, fue investigar el cristianismo en que había sido educado. Habla de meditar como “adorar en tu propio templo interior” y leyó la Biblia toda su vida. “Crecí como cristiano” –dice poco antes de su muerte, en 1980–, “pero sólo ahora entiendo algunas de las cosas que Cristo decía en las parábolas”.
La figura de Jesús aparece una y otra vez en el pensamiento de Lennon. “Veía la Biblia como un drama simbólico universal, que se representa cada día delante de nuestros ojos” –dice Frederic Seaman, su asistente personal a finales de los años setenta–. “En particular a John le fascinaba la vida de Jesucristo”. Es como si no pudiera librarse de su influencia, a pesar de ser agnóstico. Volvía a él, una y otra vez…
FAMILIA DESESTRUCTURADA
Lennon es sin duda quien más influencia religiosa tuvo. Su abuelo era un católico irlandés que se casó con una chica de Liverpool. Tenía incluso un hermano cura, aunque el padre de John es bautizado en la Iglesia anglicana , a pesar de que ninguno de su familia iba ya a la iglesia.
La familia de la madre era muy protestante. Su abuelo era de la tradición metodista calvinista de Gales. Al casarse sin embargo su hija con alguien que no iba a la iglesia, la moral de la madre ya no está determinada por la fe. Tras ser abandonada por su marido vive con varios hombres. Su hermana Mimi le ofrece entonces cuidar de John. Ya que considera que no es una buena educación para él, vivir con una pareja que no está casada. La madre muere en un accidente, al ser atropellada por un conductor borracho, cuando John es todavía adolescente.
Si la madre de Lennon era moderna y liberal, la tía con la que vive es todo lo contrario. Mimi era anticuada y estricta. Su religión no se basaba sin embargo en la prohibición del alcohol o las diversiones –bebía ginebra y jugaba al bridge –, sino en las aspiraciones sociales de alguien que quería pertenecer a una clase media, donde la cultura y la religión jugaban un papel importante. La iglesia anglicana de St. Peter en Woolton –donde Mimi lleva a John–, representa la decencia y corrección que Lennon va a rechazar finalmente.
LA IGLESIA DE LENNON
La respetabilidad que el cristianismo significa para John fue unida siempre a la experiencia de haber estado yendo cuatro días a la semana a la iglesia, que era el centro de su vida adolescente. Allí conoce a su primera novia, los futuros miembros de Quarrymen , su primer manager y el amigo de Paul McCartney, Ivan Vaughan. Era la congregación donde iba el obispo de Liverpool. No era particularmente evangélica, pero tampoco anglo-católica. Era la típica iglesia anglicana de aquella época.
En un campo delante de la iglesia de Lennon, actuaron los Quarrymen el verano de 1957. Allí estaba la tumba de Eleanor Rigby, que inspiró la famosa canción de los Beatles.  Y en el salón de la iglesia se encontraron John y Paul por primera vez, después de la actuación de los Quarrymen.  El pastor era un galés soltero, Pryce Jones, que estudió teología en Londres y era más valorado por su capacidad para levantar fondos que por su dones de predicación. Era un gran organizador, cuya motivación había convertido la iglesia en el centro de la vida de Woolton. El grupo de jóvenes de la iglesia de Lennon tenía como 170 miembros, cuando John se incorporó a los 15 años.  Para la escuela dominical se reunían en varias salas de la iglesia. Seguían las Notas Diarias  de la Unión Bíblica . “Nos sentábamos y comentábamos el texto del día”, dice David Ashton, que se solía poner al lado de John en el coro. “Hablábamos de lo que significaban las Escrituras”.
El problema es que la mayoría de aquellos chicos asistían porque eso es lo que querían los padres. Las doctrinas cristianas eran algo abstractas para ellos. Lo que les gustaba era estar con sus amigos. “Ninguno de nosotros era profundamente religioso”, dice otro de aquellos jóvenes, Rod Davis. El director musical de la iglesia, Eric Humpriss, era de hecho ateo. Le encantaba la música religiosa, pero cuestionaba doctrinas cristianas fundamentales. “Pienso que John puede haber sido influenciado por algunas de sus ideas”, dice Ashton.
Para tener una idea de lo vacío y aburrido de los sermones de Pryce Jones, basta leer sus meditaciones en el boletín mensual de la iglesia. En octubre de 1950, el pastor escribe sobre “el deterioro del carácter, la conducta y las normas, de las que tantos se quejan”. Se lamenta que “hay una grave falta de sentido acerca de por qué no se debe tomar una determinada acción, si nos da placer, aunque no sea moralmente, particularmente respetable”.
Es a esa fe moralista, que John es confirmado “voluntariamente” a los 15 años, dijo Mimi al primer biógrafo de los Beatles, Hunter Davies. Para eso siguió unas clases con el pastor, que seguía el catecismo bastante libremente. Su frase favorita, recuerda David Ashton, era que “el mundo era como un libro ilustrado que nos enseña el amor de Dios”. Le preocupaba más enseñar a los chicos cómo juntar las manos al recibir el pan en la comunión, que entender la doctrina cristiana.
Al llegar así a formar parte de la iglesia, iba a unas clases bíblicas que se daban en una capilla lateral del edificio. Las daba un hombre llamado Jack, “que realmente creía en Dios”, dice Ashton. Aunque en un ensayo que hace a principios de los años cincuenta sobre Feuerbach, John dice ya que la religión es una proyección de la naturaleza humana. Sin embargo, él había tenido algunas experiencias místicas de niño. Esas alucinaciones le llevaron a pensar que tenía un don especial. Ese es el trasfondo de Strawberry Fields Forever , aunque escoge el hogar infantil del Ejército de Salvación  en Woolton, como si fuera el lugar donde tuvo esa experiencia.
EL ROCK COMO RELIGIÓN
Las dudas de Lennon sobre la religión que conoció, se unen así a su particular misticismo en una combinación típica de El evangelio según los Beatles, que explica Steve Turner en su interesante libro. “La gente tiene la imagen de que yo soy anticristiano o antirreligioso, pero no es así en absoluto” –dice John en 1980–. “Soy una persona muy religiosa, desde luego que no soy ateo”.
Igual que muchos de su generación, John y sus amigos no tuvieron una crisis de fe, que les hizo abandonar la Iglesia. Simplemente se alejaron de ella, llenando su vida de otras actividades. En ese sentido, la aparición de la televisión en los años cincuenta vació más iglesias en Inglaterra que las obras completas de Darwin, Nietzsche, Freud y Bertrand Russell.
Para Ashton, fue al comenzar a trabajar, cuando rompe con la iglesia. Para Davis, el día que su padre le compró un coche. Para otros amigos de Lennon, fueron las chicas, las que se volvieron más interesantes que las historias de la Biblia. Y para John, fue sin duda el rock´n´roll  lo que llegó a su corazón. “Cuando lo oí y me metí en ello, descubrí que eso era la vida” –dice Lennon–. “No hay otra cosa”, recuerda en 1975.
El rock les lleva de Liverpool a Hamburgo. Allí “fuimos bautizados”, dice McCartney en 1997. Su música produce una verdadera conversión. Ocurrió en 1956, cuando John escucha a Elvis en Radio Luxemburgo , cantando Heartbreak Hotel . No había visto nunca su foto, ni sabía de dónde venía esa música. Su tío George acaba de morir de una hemorragia, tras caerse de una escalera. Tenía sólo 52 años. John estaba de vacaciones en Escocia. Y al volver a casa, su tía le dio la noticia. La soledad de la que cantaba Elvis, por ese amor perdido, conmovió a Lennon.
“Nada ocurría en la iglesia”, dice John. Elvis, “es lo que estaba pasando”. En la iglesia, “nada realmente nos tocaba”. El rock´n´roll  era “lo único que me llegaba”, recuerda. Si en la iglesia se hablaba de cosas abstractas, “el rock´n´roll  era real”. Si en la iglesia se insistía en la necesidad de controlar nuestra mente para dominar el cuerpo, “el rock´n´roll  unía mente y cuerpo por la música”.
Elvis transformó la vida de John de una forma que la religión no pudo hacerlo. “Era mayor que la religión en mi vida”, dice. “Yo adoraba a Elvis, como la gente adoró a los Beatles”. Y cuando su cabeza se llenó de música, dejó de ir a las clases bíblicas de Gibbons. Se acabó su relación con la iglesia de St. Peter. Otro afecto llenó el vacío de una religión moralista, que nada tenía que ofrecer para un espíritu inquieto como el de John. Un nuevo ídolo ocupó su corazón.
DIOS Y LOS ÍDOLOS
Es imposible entender la cultura sin discernir sus ídolos. La idolatría no es simplemente una forma de culto ritual, sino una sensibilidad y modo de vida basado en valores finitos, haciendo de las cosas creadas absolutos divinos. Todos creemos, confiamos y admiramos a algo o a alguien. La Biblia nos llama por lo tanto a volver de los ídolos a Dios porque hemos “cambiado la verdad de Dios por una mentira, y adorado y servido a cosas creadas, en vez de al Creador”  ( Romanos 1:25 ).
¿Qué es lo que realmente esperas de la vida?, ¿en quién o en qué buscas estabilidad, seguridad y aceptación?, ¿dónde está realmente tu felicidad? Tu respuesta te revelará el ídolo oculto de tu corazón. La idolatría es fuente de todos los males que hay en nuestra vida, pero ¿cómo podemos ser libres de ella? El moralismo y la presión social o familiar es incapaz de librarnos de ella, como demuestra la vida de Lennon.
“La única forma de desposeer al corazón de un viejo afecto es por el poder expulsador de uno nuevo”, dice el predicador escocés del siglo XIX, Thomas Chalmers, co-fundador de la Alianza Evangélica. Es apreciando, gozando y descansando en lo que Jesús ha hecho por nosotros, que encontramos verdadera liberación. El creyente es llamado por eso a “poner la mente y el corazón en las cosas de arriba”, allí donde está “tu vida escondida con Cristo en Dios” ( Colosenses 3:1-3 ).
Jesús tiene que ser más atractivo en tu corazón y maravilloso para tu imaginación, que el ídolo al que sirves. “Prueba el amor de Aquel que es mayor que el mundo”–dice Chalmers–, “intentando por todo medio legítimo que tenga acceso a tu corazón”. Cuando Cristo se convierte en algo más importante que la vida misma, has descubierto el bien supremo del Evangelio, que es contemplar y deleitarse en la belleza y valor de Dios, que llamamos su gloria.
¡Imagina!, ¡imagina que hay un Cielo!, cuya satisfacción puede colmar todas las frustraciones de la vida. Pues allí donde está Dios, allí está el Cielo…

Autores: José de Segovia Barrón

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