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¿Cómo santificas el nombre de Dios?

Juan Simarro Fernández

 
Retazos del evangelio a los pobres (XLVI)

¿Cómo santificas el nombre de Dios?

“Santificado sea tu nombre”. Texto completo en Mateo 6:9-15.

01 DE AGOSTO DE 2011

Como quiero comentar el “Padre nuestro”  completo, ya que está muy en la línea de lo que estamos rastreando en los escritos de los cuatro evangelistas sobre el Evangelio a los pobres, voy a comentar la primera petición: “Santificado sea tu nombre” .
Pudiera parecer que esta primera petición se escapa de la línea de Jesús tan comprometida con los pobres, pero, si la analizamos en profundidad, como vamos a intentar hacer, veremos que puede parecer así por tener, en muchas ocasiones, un concepto de “santo”  y de “santidad”  que no se corresponden con el concepto bíblico.  Máxime para nosotros los españoles en un contexto católico en donde el nombre “santo”  se ha dado y usado de una forma muy limitada, fundamentalmente en los ámbitos populares. “Santificado sea tu nombre” , es la primera petición, la que fundamenta todas las demás que, claramente, como vamos a ir viendo, están en línea con el Evangelio a los pobres.
En la profunda preocupación de Dios con los sufrientes del mundo, en la identificación que Jesús hace con los pobres con su expresión “por mí lo hicisteis” , en la calificación que Isaías da al Siervo Sufriente como “experto en sufrimiento”  o “experimentado en quebranto” , no cabe la posibilidad de que “el nombre del que es” sea santificado en la tierra, si los seguidores del Maestro están de espaldas al sufrimiento de los pobres, al grito de los marginados y excluidos. Así, la petición “santificado sea tu nombre”, carece de sentido para los insolidarios, acumuladores e injustos.
En el contexto católico español nos hemos acostumbrado a llamar “santo”  a algunos elegidos y privilegiados, a un sector particular de canonizados. Esto ha estropeado el concepto de santidad . No es ese el sentido de “santo”  o de “santidad”  que nos dan los Evangelios, que nos da la Biblia. Estos conceptos, desde el punto de vista evangélico y bíblico, son globales, generales, aplicables a todos aquellos creyentes que, estando en relación con Dios, están llamados a vivir un tipo de vida de especial compromiso con Dios y con los hombres. Quien no tiene compromiso con los hombres, carece de compromiso con Dios. No puede orar con esta primera petición.
Así, cuando decimos “santificado sea tu nombre”  no tenemos más remedio que ponernos en línea con todo el Evangelio, con el Evangelio a los pobres. No se trata de de ninguna beatificación, de ningún análisis de Dios, de ninguna idea de canonización. Santo es todo aquél que ha sido separado de todo lo impuro, malo o profano… santificar el nombre de Dios es mantenerlo en la tierra sin hacerlo cómplice de la injusticia, ni de la impureza, ni de la maldad, pero mostrando que es un Dios que se implica en el servicio a todo lo justo, a las víctimas de la injusticia … implicándose y actuando a través de sus hijos santificados.
Los que santificamos su nombre somos también santos, es decir, separados para el servicio a Dios y a los hombres, fundamentalmente para con los más débiles, manteniéndonos sin mancha en el mundo. Esta separación para el servicio, esta santidad, este santificar el nombre de Dios, se coloca sin duda en la línea del Evangelio a los pobres. Somos santos y separados para servir, para ser manos tendidas de ayuda, para ser las manos y los pies del Señor en medio de inmundo de dolor. Así, santificamos a Dios porque lo hacemos por él. “Por mí lo hicisteis ”, dice el Señor.
Santificar el nombre de Dios, ser santos, no es una actitud interior, más o menos mística , de elevación espiritual vivida solamente en la verticalidad de la relación con Dios. A esta actitud interior, para santificar el nombre de Dios, hay que añadir también, de forma imprescindible, una conducta adecuada en relación con el hombre, con el prójimo apaleado y tirado al lado del camino, una conducta comprometida con la justicia y la dignificación de las personas. No hay posibilidad de poder decir esta petición “santificado sea tu nombre” , fuera de estos parámetros. Quien no se separa para servir a Dios y al prójimo, quien no se aparta para practicar la solidaridad, será apartado y separado de Dios. No es santo. No puede santificar el nombre de Dios.
Santificar el nombre de Dios no es sólo algo que se haga desde cualidades o experiencias meramente ontológicas , es decir, en el ámbito del ser, sino que es algo que se debe dar inexcusablemente en el ámbito del hacer, en el ámbito de la moral, de la ética, de la práctica de la projimidad… de la ayuda a los pobres y sufrientes del mundo. Esta forma de santificar el nombre de Dios nos enlaza con todas las líneas y parámetros del Evangelio a los pobres.
Santificar el nombre de Dios no es sólo querer o buscar algún pietismo, alguna búsqueda de pureza . Era el problema de los religiosos de la época del Jesús que se autoconsideraban “puros” , pero fueron rechazados por Jesús como “sanos que no necesitan médico” . Santificar el nombre de Dios afecta a toda una ética de la conducta y del compromiso de los creyentes en relación con Dios y con los hombres. En relación con la dignificación de las personas, con la liberación de los pobres del mundo.
Santificar el nombre de Dios no está solamente en la línea de la verticalidad de la vivencia cristiana , sino también, y de manera necesaria para no mutilar el Evangelio, en una línea de vivir la espiritualidad cristiana en la dimensión horizontal en relación con los hombres, especialmente con el hombre empobrecido y sufriente del mundo.
En la primera epístola del apóstol Pedro se nos dice: “Sino como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en vuestra manera de vivir” . Es imposible santificar el nombre de Dios de espaldas al prójimo , de espaldas a los colectivos sufrientes del mundo. Es una burla pedir “santificado sea tu nombre” , si no somos movidos a misericordia con el prójimo sufriente, si no cambiamos nuestra manera de vivir poniéndonos en línea con los valores del Reino, con las líneas del Evangelio a los pobres. No pasaremos de ser simples religiosos desconectados de Dios, como ocurrió con el sacerdote y el levita de la parábola del Buen Samaritano… y seremos condenados por faltar al mandamiento de projimidad, separados de Dios para siempre por no separarnos, en santidad, para el servicio a Dios y al prójimo necesitado.
Señor, ayúdanos a santificar tu nombre. Para ello cambia nuestra manera de vivir, nuestros compromisos, nuestros actos y prioridades. Si no somos capaces de vivir en compromiso, en el servicio y en la búsqueda de la justicia misericordiosa de la que tú nos diste ejemplo, no pongas nunca esta petición en nuestros labios. Pero queremos hacerla. Santifícanos para poder santificarte, para santificar tu nombre en medio del mundo. “Santificado sea tu nombre” , Señor. También en la tierra, entre los que sufren, entre los pobres y oprimidos. Haznos santos, Señor, también en nuestra conducta, estilos de vida solidarios y compromiso con los empobrecidos de la tierra.

Autores: Juan Simarro Fernández

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Las biblias que superan a la Biblia


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Eugenio Orellana

 

Las biblias que superan a la Biblia

Estas reflexiones no están orientadas a desvalorizar a la Biblia.

17 de julio de 2011

Es la Palabra de Dios, inspirada divinamente y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente instruido para toda buena obra ( 2 Timoteo 3.16-17 ). La Biblia nos guió por el Camino de la Vida cuando aún éramos niños y lo siguió haciendo hasta ahora, capacitándonos para endilgar a nuestros hijos por el mismo Camino, en el cual están todos hoy por hoy.
La Bibliaes la Palabra que cambia las vidas y que hace del hombre común un «hombre de Dios».
Se supone que el hombre común devenido en «el hombre de Dios» recibe discernimiento del Espíritu Santo para ver al mundo y las cosas que en él ocurren con los mismos ojos con que los ve Él. O con los que los vio Jesús. Esto significa que verá atropellos a la vida humana allí donde hay atropellos a la vida humana; que será consciente de la explotación indiscriminada de los recursos naturales y de los más débiles por las grandes compañías transnacionales y se opondrá a ello; que respaldará a quienes luchan contra las desigualdades sociales a pesar de lo dicho por Jesús cuando afirmó que a los pobres siempre los tendríamos con nosotros; que no se unirá a los que a lo malo le dicen bueno y a lo bueno le dicen malo; que tendrá la suficiente perspicacia para identificar y alejarse de aquellos que «se engordaron y se pusieron lustrosos, y sobrepasaron los hechos del malo; [que] no juzgaron la causa del huérfano; [que] con todo se hicieron prósperos, y la causa del pobre no juzgaron» ( Jeremías 5:28 ). Ni con aquellos acerca de quienes Dios dice ( vv 29-31 ): «¿No castigaré esto? ¿Y de tal gente no se vengará mi alma? Cosa espantosa y fea es hecha en la tierra. Los profetas profetizaron mentira, y los sacerdotes dirigían por mano de ellos; y mi pueblo así lo quiso. ¿Qué, pues, haréis cuando llegue el fin?»
Un «hombre de Dios» ha venido difundiendo por el correo electrónico información que los grandes medios ignoran y que habla de los crímenes que se siguen cometiendo en Honduras. Y otro «hombre de Dios» dice que esos informes son solo mentiras y que en su país todo está en calma ; que los comunistas aquí y los narcotraficantes allá. (Antes eran solo los comunistas, ahora comparten el anatema con los narcotraficantes; y claro, con los terroristas. A falta de comunistas, buenos son los ya citados.) Ambos son «hombres de Dios», hechos nuevos por la Palabra pero uno ve los crímenes y asesinatos que se cometen al amparo del gobierno y los poderosos y el otro los niega. ¿Serán, en realidad, ambos «hombres de Dios» enteramente instruidos para toda buena obra? ¿Cuál sí y cuál no?
Hoy día se vive, quizás como se ha vivido siempre, ignorando, como dice Illapu en su canción Ya quisieran por olvido, que el día del juicio justo está en camino y que de un momento a otro llegará; sin embargo, pareciera que hasta nosotros, los que decimos guiarnos por el consejo de la Palabra, hemos olvidado este anuncio de las Escrituras. Y vivimos como si nunca nadie hubiese hablado de ello.
Los que en el pasado, cierto/ jugaron con nuestra suerte/ no saldrán por inocentes/ el día del juicio justo./ Lo digo por el hambriento/ y también por el cesante/ por los que han andado errantes/ por los desaparecidos./ Que están condenados digo/ los regímenes de muerte.
Leo en El País  de hoy, viernes 15 de julio de 2011 que «Los Franco veranearán solos en el Pazo» (p. 13). Que la Xunta de Galicia cerrará al público el emblemático castillo de Meirás durante el mes de agosto para que se instale allí la familia del dictador. ¡La familia del dictador! Hubo una época en el pasado ¿lejano? que la palabra dictador tenía una connotación negativa. Ser considerado dictador era sinónimo de torturas, de asesinatos, de violaciones, de hogares destruidos, de exilio forzoso, de desgracia, caos y dolor, de falta de trabajo, de despidos arbitrarios, de hambre y matanzas a granel. Hoy, a lo menos en España, pareciera que no. «La familia del dictador». Así, muy sueltos de cuerpo. Dice la nota de prensa que «las explicaciones de los guías en las visitas, pese a que son pagados por la Xunta, se hacen con un guión de los Franco. Ellos deciden la particular información que llega al público». ¡Qué tal! ¡Con razón al juez Baltasar Garzón lo quisieron meter preso por haberse declarado competente para investigar los crímenes y desapariciones durante la Guerra Civil española (1936-1939) y la posterior dictadura de Francisco Franco (1939-1975). Y se ganó el repudio de muchos «hombres y mujeres de Dios enteramente instruidos para toda buena obra» cuando el viernes 15 de octubre de 1978 ordenó la detención por parte de Scotland Yard en Londres del otro dictador, el tristemente famoso Pinochet conocido también en los bancos estadounidenses como Daniel López o Zorro Rojo nombres ficticios con los que pretendió encubrir las millonarias cuentas que mantuvo en bancos de EUA y de otros países engordadas hasta, según cálculos modestos, casi 30 millones de dólares mientras fue el Dictador Supremo de la nación. ¿Su familia? Como los Franco, bien gracias.
Los que en el pasado, cierto/ jugaron con nuestra suerte/ no saldrán por inocentes/ el día del juicio justo.
Ni ellos, ni sus cómplices ni muchos «hombres de Dios» que se identificaron con él, ignorando a los hambrientos, cesantes, errantes y desaparecidos saldrán por inocentes el día del juicio justo.
Pero no era de esto que quería escribir hoy; de ahí el título: Las biblias que superan a la Biblia.
Una vez en el pasado me gané un «amistoso tapaboca» de un hermano cristiano cuando le dije que era un mito que la Biblia es el libro más leído del mundo. Lo creía y lo sigo creyendo. Si le parece que estoy exagerando, pídale a su hermano, a su hermana o a un joven cualquiera de la iglesia que busque y lea, en 15 segundos, Nehemías 8:8 . Y si le resulta demasiado fácil, hágale la misma petición a su pastor. Si alguien lo encuentra y lee dentro del plazo que le digo, dejo de llamarme Juan.
Últimamente ha surgido una biblia que tiene vueltos locos a medio mundo. Se llama «la Biblia según Julián Assange». Más conocida como WikiLeaks nos dice hasta de qué va a morir el Papa. Esta biblia, como la Biblia nuestra, sabe de todo y para todo tiene la última palabra. Tiene sus peculiaridades, sin embargo y una de ellas es que –a lo menos en las citas que hace de ella la prensa internacional— solo acusa, condena y denuncia lo malo de ciertos países y determinados gobernantes. A los demás casi no los toca. Esta biblia se está llevando las palmas. Ahora es cuestión de ir a la WikiLeaks para saber lo que va a ocurrir con la economía mundial, quién va a ganar la Copa América y cuánto va a pagar, por fin el Barça por Alexis Sánchez si es que, al fin, decide quedarse con él.
La Bibliade hoy, pues, se llama WikiLeaks.
Y la otra biblia que hace rato le ha usurpado el primer lugar a la nuestra son los medios informativos. La prensa escrita, radial o televisiva (en menor grado, aún, la computarizada) es la formadora del modo de pensar de la gente. Es la prensa, y no la Biblia, la que toca la flauta y todos los millones de ratoncitos van tras ella. Lo que dice la prensa en sus noticieros que es verdad, es la verdad. Y lo que dice que es mentira, es mentira. Si la prensa ignora algo, ese algo nunca ocurrió, aunque haya sido la explosión de un volcán o un terremoto en Jaguay; si un avión se cayó en medio del mar matando a sus 254 pasajeros y tripulantes y la prensa lo ignora, nunca ocurrió tal accidente. Si la prensa dice que endeudarse es bueno; allá vamos todos a endeudarnos; que lo mejor que se ha inventado son las tarjetas de crédito, corremos a conseguir una… o más de una; si algún potentado se roba mil millones de dólares la prensa dice, «no es para tanto» y todo queda en nada; pero si un joven estudiante chileno protestando por las injusticias en el sistema educacional de su/mi país se cubre el rostro con un pañuelo para que no lo identifiquen las cámaras de la policía, la prensa lo llama delincuente o terrorista. Y obviamente, a partir de ahí el ladrón de los mil millones será un simpático ejecutivo que incluso merece un bono por su honradez y el estudiante será una alimaña digna de ser apaleada, esposada y echada a un calabozo.
La prensa es la biblia de la sociedad de hoy día. La que entra en su casa y en su mente a través de imágenes, de ondas radiales o de papel escrito, querido lector y lo hace pensar como piensa y actuar como actúa. Ojalá fuera la Biblia. Pero no es la Biblia.Esla prensa. No nos engañemos. Si no me cree, pídale a su hermano, a su hermana o a un joven cualquiera de la iglesia que busque y lea, en 15 segundos, 2 Tesalonicenses 3:13 . Y si le resulta demasiado fácil, hágale la misma petición a su pastor. Si alguien lo encuentra y lee dentro del plazo que le digo, dejo de llamarme Juan.

Autores: Eugenio Orellana

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Patrick Forrester: no estoy más cerca de Dios en el espacio, pero tengo otra perspectiva

Astronauta cristiano

 

Patrick Forrester: no estoy más cerca de Dios en el espacio, pero tengo otra perspectiva

Patrick Forrester asegura que en la NASA ha llegado a entender lo que es depender de Dios para todo.

12 de julio de 2011, ESTADOS UNIDOS

  El transbordador Atlantis de la NASA que ha servido para importantes misiones al espacio despegó con cuatro astronautas a bordo el pasado 8 de julio.Atlantis ha sido el cuarto transbordador espacial de una flota de cinco que la NASA ha utilizado como "transportadores de carga" para repuestos, laboratorios, comida y astronautas al espacio durante tres décadas. El transbordador ha realizado 32 vuelos espaciales, recorrido 194.168.330 kilómetros y estado 293 días, 18 horas en el espacio.

  Con este viaje, la NASA concluye su misión de transportar carga y llevar tripulación a la Estación Espacial Internacional. Lasautoridades de la NASA aseguran que es el fin de una era y el fin de los transbordadores. Esto ha hecho recordar todo lo que ha sido el proyecto espacial de EEUU, y entre quienes han puesto palabras a los recuerdos han estado astronautas cristianos.

PATRICK FORRESTER
Desde el principio de la era espacial y hasta el día de hoy, astronautas cristianos han sido parte del programa espacial de los Estados Unidos. Algunos de ellos aseguran que la experiencia les ayudó a fortalecer su fe.
Uno de ellos es Patrick Forrester, que lleva 14 años trabajando en la agencia espacial y afirma haber encontrado algo muy significativo durante sus 25 horas fuera del trasbordador espacial, flotando en el espacio a más de 300 kilómetros de la Tierra
El especialista en misiones, coronel jubilado del ejército, asegura que estando en la NASA ha llegado a entender lo que realmente significa tener una relación personal con Cristo y depender de Él para todo.
DESCUBRIMIENTO
Según comenta Forrester, su oración muchas mañanas es que las personas con quienes trabaja vean a Cristo en él, se sientan atraídas a Dios y puedan comprender lo que le hace ser como es. “Algo de lo mucho que he aprendido a lo largo de los años, y especialmente al volar en mi última misión, es que solo debo ser quien soy”, agrega Forrester.
“Recuerdo estar afuera en el espacio y solo ver mi cuerpo y la Tierra que pasa en frente. Uno se maravilla de la belleza de la Tierra en una forma que no se puede apreciar desde adentro de la nave. Reconocí que Dios había creado tal maravilla”, dice.
Cuando la gente le pregunta si se sentía más cerca de Dios en el espacio, él contesta que no, que se sentía cerca de Él antes de ir. “Piensan que por estar allá uno ve a un Dios o un Creador diferente, y no es así, solo lo ves desde otra perspectiva”, expresa Forrester.
MISIÓN EN UGANDA
De aviador del ejército a explorador del espacio, Patrick Forrester cree que los planes de Dios siempre son más grandes que los nuestros. Esto lo comprobó cuando estaba apoyando la obra misionera en Uganda, donde se encontró con un hombre que creía que la Tierra era plana.
“La última noche, después de enseñar toda la semana el evangelio de Marcos, el misionero me invitó a compartir mi video acerca del espacio. No quería hacerlo porque no era mi deseo presentarme como astronauta”, recuerda Forrester. A pesar de sus dudas, él compartió su historia y eso impactó radicalmente la perspectiva de aquél hombre.
“Esa noche me quedé mirando las estrellas y por primera vez comprendí cuán grande es Dios. Eso me mostró cómo Dios toma las cosas que nos ha dado y las usa de una forma más poderosa de lo que pensamos. Si pudiéramos entender cuán grande y poderoso es Dios y si lográramos entender su amor, nuestro mundo cambiaría en un instante”, afirma.

Fuentes: Mundo Cristiano

© Protestante Digital 2011