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México: “La única sangre que merece veneración es la de Cristo”

Reliquias de Juan Pablo II

 

México: “La única sangre que merece veneración es la de Cristo”

Una cápsula con sangre y elementos de uso personal del beato Juan Pablo II, trasladados de Roma a México.

20 DE AGOSTO DE 2011, MÉXICO

Ante el anuncio de la llegada de reliquias del beato Juan Pablo II a Ciudad Juárez, programada para el próximo 17 de noviembre, el presidente de la Alianza Ministerial Evangélica, Ernesto Hernández, ha manifestado que desde la perspectiva bíblica la única sangre que se debe de venerar es la de Cristo.
Con estas palabras, el pastor evangélico hizo referencia a la cápsula de sangre que fue protegida por una base de acrílico para evitar cualquier accidente en su traslado, desde Roma hasta México, y colocada en un relicario de plata. La sangre fue tratada con una sustancia anticoagulantes para mantenerla en buen estado.
Junto a esta cápsula, se exhiben uno de tantos solideos que usó Juan Pablo II y un fajín que, junto con sus vestimentas, son reliquias de segundo grado que serán usadas para la figura de cera y arcilla que representará al Papa polaco.
VENERACIÓN
El obispo de Ciudad Juárez, Renato Ascencio León, dijo que las reliquias serán colocadas en la Catedral de la ciudad para su veneración por parte de los fieles católicos.
Aclaró el obispo que la autenticidad de una reliquia debe de estar constatada y que en el acta deben figurar detalles sobre cuándo las usó el beato, en este caso, el Papa Juan Pablo II.
Ante las declaraciones del obispo, el presidente de la Alianza Ministerial Evangélica recordó que nada más la sangre de Cristo es digna de veneración,  lo cual no constituye una mera opinión personal sino que son palabras que están escritas en la Biblia.
Manifestó también el pastor que darles este consejo a las personas que acudirán para realizar estaesa veneración, difícilmente surtirá efecto porque tienen una fuerte convicción, sin embargo, les recomendó que lean la Biblia para que se percaten cuales fueron las palabras de Dios en este aspecto.
Las reliquias de gira por México, que se encuentran ahora en la Nunciatura Apostólica de la Ciudad de México, serán colocadas en una urna de cristal, latón y talavera, para su traslado en una camioneta abierta e iluminada hasta la Basílica de Guadalupe el próximo 25 de agosto.

Fuentes: El Mexicano

© Protestante Digital 2011

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Reliquias de Juan Pablo II en México

Carlos Martínez García

 

Reliquias de Juan Pablo II en México

Juan Pablo II regresa a México. Por lo menos mediante algunos objetos que ya son venerados por sus fervientes seguidores.

14 DE AGOSTO DE 2011

La Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) anunció que reliquias del beato Juan Pablo II arribarán el 17 de agosto a la ciudad de México , van ser exhibidas por varios días en la urbe y a partir del 25 del mencionado mes, las pertenencias de quien fuera Papa van a ser llevadas en “una peregrinación que se extenderá por cuatro meses a través del país” (nota de Carolina Gómez Mena, La Jornada , 6/VIII).
Reliquia es la parte del cuerpo de un santo, y/o aquello que, por haber tocado ese cuerpo, es digno de veneración , nos dice el Diccionario de la lengua española . Sobre todo en la Edad Media el incremento de la veneración a las reliquias alcanzó niveles delirantes.  Así se rendía culto al instrumento con el que se efectuó la circuncisión al bebé Jesús, espinas de su corona, gotas de la leche de María, astillas de la cruz en la que fue crucificado, restos de su cordón umbilical, la cola del burro en que entró montado a Jerusalén, el mantel que cubrió la mesa de la última cena que tuvo con sus discípulos y la copa de la que bebieron vino, sus sandalias y hasta sus pañales.
De esos, y otros objetos insólitos, sus poseedores nunca explicaron convincentemente la procedencia. Simplemente afirmaron que eran verdaderos y la veneración popular hizo el resto para convertirlos en centro de adoración. Pero no nada más objetos vinculados a Jesús recibieron ese trato, sino que otros que tuvieron contacto con santos y santas de la Iglesia católica fueron exaltados a la categoría de milagrosos.
La novela de Noah Gordon, El último judío , que tiene como marco la expulsión de los judíos de España y el férreo control ejercido por la Inquisición, inicia con un asesinato que el sacerdote Sebastián encarga aclarar al médico Bernardo Espina. La persona privada de la vida con gran violencia es un joven de quince años, Meir Toledano, hijo de “uno de los mejores plateros de toda Castilla”. El padre del muchacho había recibido el encargo, por parte del prior, de fabricar un “relicario de plata y oro repujados” para guardar en él una reliquia muy valiosa: un fragmento de fémur, perteneciente a santa Ana, la madre de la virgen María. El médico, sorprendido expresa que no puede ser posible, a lo que el sacerdote le revira: “Sí, lo es, hijo mío. Certificado por aquellos que tratan de estos asuntos en Roma y enviado a nosotros por Su Eminencia el cardenal Rodrigo Lancol”. Gordon recrea con maestría las supersticiones predominantes en España bajo el reinado de Fernando e Isabel, entre ellas, la posesión de reliquias cuyo extraordinario valor descansaba en supuestos vínculos directos con Jesucristo.
Reyes y príncipes medievales pugnaban por hacerse del mayor número de reliquias que les fuera posible. Sobre todo de objetos considerados sublimes, envidia de quienes no los tenían entre su inventario de propiedades sagradas. Al amparo de las reliquias contingentes militares se lanzaron a la guerra, ya fuese para protegerlas de los infieles o para recuperar tesoros preciados como el llamado Santo Sepulcro.
Federico el Sabio, príncipe elector de Sajonia, y protector de Martín Lutero contra Roma, era conocido por contar con infinidad de reliquias. La veneración de ellas recibía un trato especial el primero de noviembre de cada año, el Día de todos los Santos, en la capilla del castillo de Wittenberg. Se oficiaban misas extraordinarias y el pueblo desfilaba para ver los relicarios que contenían las piezas orgullo de Federico.
Precisamente en la puerta de la capilla del castillo de Wittenberg fue donde, el 31 de octubre de 1517, Lutero clavó sus 95 Tesis  contra las indulgencias. Las críticas y propuestas del monje agustino desatarían un movimiento que sacudió a la Iglesia católica. Por razones más políticas que religiosas, el príncipe elector de Sajonia evadió sagazmente entregar a Lutero en manos de sus perseguidores romanos.
De regreso a las reliquias viajeras de Juan Pablo II , nos enteramos mediante la información dada por Carlos Aguiar Retes, presidente de la CEM, y Víctor René Rodríguez Gómez, secretario general del mismo organismo, que los objetos en procesión durante cuatro meses son catalogados como de primer grado y “consisten en una cápsula que contiene sangre del beato, la cual se expondrá a la veneración pública acompañada de una figura de cera del pontífice fallecido en 2005, la cual estará revestida con los distintivos pontificios”. También llamaron a que se haga de “este acontecimiento [la peregrinación de las reliquias) una gran oportunidad para profundizar el legado que dejó Juan Pablo II”.
Sin duda que la popularidad de Juan Pablo II entre gran parte del pueblo mexicano augura un buen éxito al periplo de sus vestigios. Frente a quien le sucedió en el cargo papal, Joseph Ratzinger, el actual Benedicto XVI, el pontífice de origen polaco lo supera ampliamente en el imaginario de los católicos mexicanos. Karol Wojtyla supo aprovechar muy bien a su favor las posibilidades que le dieron los mass media  para difundir su persona y mensaje. Por su parte Benedicto XVI no ha sabido cómo levantar los ánimos de la grey católica como lo hacía su predecesor.
Juan Pablo II visitó México en cinco ocasiones. En cada una de ellas los medios periodísticos, particularmente los televisivos y radiofónicos, realizaron costosas producciones al estilo de los más deslumbrantes shows musicales. Las giras mexicanas tuvieron abundantes patrocinadores, y se llegó a situaciones donde la mercadotecnia sin rubor alguno lanzó productos con la imagen del obispo de Roma como aquellas frituras llamadas “Las papas del Papa”. ¿Podremos considerar a una de esas bolsas que algún feligrés guarda celosamente como una reliquia?
En los veintisiete años de su papado Juan Pablo II tuvo como uno de sus principales intereses a Latinoamérica, dados los millones de personas que se reconocían como católicos. En ese contexto, México tuvo un lugar privilegiado en los constantes periplos del también llamado Papa viajero. Las multitudes que seguían los eventos encabezados por Juan Pablo II llevaron al optimismo a la jerarquía católica mexicana. Vislumbraban en tanto entusiasmo popular un renacimiento del catolicismo.
Lo cierto es que durante el largo periodo de Juan Pablo II las preferencias religiosas de la población del país se diversificaron. Los últimos cuatro censo generales muestran fehacientemente el descenso porcentual constante del catolicismo en México. Las cinco visitas del personaje no pudieron evitar el descenso de la institución encabezad por él. ¿Será que la peregrinación de sus reliquias sí hará el milagro?

Autores: Carlos Martínez García

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