Categorias
Artigos Estudos

El ecumenismo católico define la Reforma protestante como ‘pecado’ y ‘fracaso’

Cardenal Koch

 

El ecumenismo católico define la Reforma protestante como 'pecado’ y ‘fracaso’

El Presidente del Consejo para la Unidad de los Cristianos participó en el Sínodo de la Iglesia Luterana de Alemania, en los preparativos de celebración de los 500 años de la Reforma protestante en 2017.

05 DE NOVIEMBRE DE 2012, ALEMANIA

El Cardenal Koch, Presidente del Consejo Pontificio para la Unidad de los Cristianos, sigue hablando de lo que entiende como “ecumenismo” sin ambigüedades, sin medias tintas, lo que seguro que agradecen muchos protestantes.
En junio de este año ya fue muy claro refiriéndose a la reforma protestante, diciendo que “no podemos celebrar un pecado , los acontecimientos que dividen a la Iglesia no pueden ser llamados un día de fiesta”. Lo más positivo que opinó el cardenal fue etiquetar este evento histórico como un día que hay que recordar, pero no celebrar.
En aquella ocasión concluyó que le gustaría asistir -en lugar de a una celebración de la memoria de la Reforma protestante- a una reunión en la que las confesiones reformadas pidieran disculpas y reconociesen sus errores .
Las reacciones no fueron especialmente entusiastas entre quienes se habían creído el ecumenismo católico como un diálogo y acercamiento, y sí con cierta sorna por los muchos que siempre han visto el ecumenismo católico como “la unidad del lobo que quiere devorar al cordero para poder llegar a ser uno”, en palabras de José Cardona, primer secretario ejecutivo de la Federación evangélica española (Ferede).
NUEVAS DECLARACIONES "ECUMÉNICAS"
El pasado 2 de noviembre el cardenal Koch participó en el Sínodo General de la Iglesia Luterana Unida de Alemania (VELKD) , que está al cargo de los preparativos de la celebración de los 500 años de la Reforma protestante en 2017.
Dos días después del simbólico 31 de diciembre, que recuerda el inicio de la Reforma en todo el mundo, delante de aquellos con quienes busca la unidad declaró que “ la separación de las iglesias protestantes de la Iglesia no es una expresión de éxito, sino el fracaso de la Reforma . Los reformadores no querían nuevas iglesias, más bien la reforma de la Iglesia Católica”.
Terminaron las sesiones con propuestas para que la Iglesia asentada en el Estado Vaticano y la Federación Luterana Mundial promuevan el ecumenismo con las iglesias pentecostales, algo que no parece fácil en la línea que está marcando tan claramente el cardenal Koch.
Además de ver la Reforma como un fracaso, concluyó Koch planteando esta otra cuestión a sus oyentes, y de paso a todo evangélico o protestante que quiera ecumenismo con Roma: hay que elegir entre «considerar la Reforma como una ruptura con la tradición universal (católica) o en continuidad con la tradición».
Por si no había quedado claro, o a mayor satisfacción del Cardenal Koch, afirmó que el ministerio de los obispos proviene de la sucesión apostólica, un elemento clave de eclesiología de la ICR y del que se derivan otros muchos aspectos que separan la doctrina católica de la protestante, y del que con optimismo espera «una declaración conjunta en los próximos 30 años».
RESPUESTA PROTESTANTE
En la réplica el obispo luterano Heinrich Bedford-Strohm (Munich) tampoco se quedó en medias tintas y le preguntó si no pensaba que la Iglesia del Vaticano no debería pensar en reformarse en su camino hacia la unidad.
En este aspecto, remarcó que «es necesario reflexionar juntos sobre la base de la iglesia apostólica primitiva» y no sobre los fundamentos del catolicismo romano.

Fuentes: Infocatólica

Editado por: Protestante Digital 2012

Categorias
Estudos

La excomunión de Lutero

César Vidal Manzanares

La Reforma indispensable (34)

La excomunión de Lutero

La bula papal de excomunión Exsurge Domine.

 

Durante 1519, Miltitz siguió intentando volver al punto de inicio anterior a la disputa de Leipzig, pero sus esfuerzos resultaron infructuosos. Para remate, Eck –que había sido extraordinariamente vapuleado por los humanistas- seguía empeñado en labrarse una carrera utilizando como peldaño la condena de Lutero. A finales de 1519, presentó un escrito en Roma con la finalidad de provocarla. Luego, a inicios de 1520, y ante la abstención de las universidades de París y Erfurt a la hora de señalar al vencedor en la disputa de Leipzig, las universidades de Lovaina y Colonia prepararon un texto – en el que nadie había pensado inicialmente – relacionado con las opiniones de Lutero. Tanto Lovaina como Colonia señalaron que Lutero había incurrido en herejía y enviaron su informe a la Curia. De manera comprensible, el papa nombró una comisión formal para abordar el asunto.
El 1 de febrero, la comisión se hallaba entregada al trabajo de recoger pruebas sobre las herejías de Lutero, pero no tardó en disolverse . De manera bien reveladora, tanto el cardenal Cayetano, cuya especialidad era la teología, como el cardenal Acolti, que era un experto en derecho canónico, llegaron a la conclusión de que no resultaba especialmente fácil redactar un informe sensato al respecto.
El 11 de febrero, una segunda comisión  se ocupaba de analizar los escritos de Lutero y, con bastante buen criterio, decidió discriminar entre aquellas expresiones que podían ser tachadas de herejía y aquellas otras que únicamente eran “escandalosas y ofensivas para los oídos piadosos”. Pero entonces llegó Eck y el resultado fue la formación de una tercera comisión. De ésta acabaría finalmente surgiendo la Bula papal Exsurge Domine  firmada por el papa León X en el curso de una cacería el 15 de junio.
El texto de la bula comenzaba comparando a Lutero –sin mencionarlo expresamente– con un jabalí para luego acusarlo de aceptar por buenos los rumores que circulaban sobre los abusos de la curia y terminar por defender que los papas nunca se habían equivocado:
“¡Despierta, Señor! Haz triunfar tu causa contra las bestias feroces que tratan de destruir tu viña, contra el jabalí que la arrasa… ¡Alerta Pedro, Pablo, todos los santos, la Iglesia Universal!… En esta Curia Romana que tanto ha desacreditado, dando fe a los rumores esparcidos por la ignorancia y la maldad, no hubiera encontrado nada que censurar. Le hubiéramos demostrado que nuestros predecesores, de quienes ataca con tan singular violencia los cánones y las constituciones, no se han equivocado jamás”.
La verdad era que, por desgracia, mucho de lo que se contaba sobre los abusos y los excesos de la curia era cierto y que desde hacía décadas, también lamentablemente, sí que había mucho que censurar. No era menos cierto que los antecesores de León X se habían enfrentado entre si en episodios como el Cisma de Occidente y que también habían incurrido en equivocaciones. De hecho, el dogma de la infalibilidad papal que no sería definido hasta 1871 sería mucho más prudente a la hora de señalar la inerrancia de los pontífices.
La bula indicaba a continuación que no era lícito apelar al concilio –una solución que había permitido, por ejemplo, acabar con el cisma de Occidente– y conjuraba tanto a Lutero como a sus partidarios a “no perturbar la paz de la Iglesia, la unidad y la verdad de la fe, y a renunciar al error”.
La bula condenaba cuarenta y un artículos atribuidos a Lutero. Comprensible en su época, difícilmente, puede negarse que su lectura causa al lector moderno un cierto estupor. Así, aparecen afirmaciones que, hoy en día, serían contempladas de manera diferente. Por ejemplo, la expresión de Lutero “Quemar a los herejes es contrario a la voluntad del Espíritu” es condenada como herética, pero es más que dudoso que hoy se pudiera encontrar a algún católico que pudiera considerar que la voluntad del Espíritu puede ser quemar a los herejes. Igualmente, el texto declaraba herética la afirmación de que “No se puede probar la existencia del purgatorio por los libros auténticos de las Escrituras”. Sin embargo, ningún exegeta de talla afirmaría hoy que la doctrina del purgatorio se encuentra en la Biblia sino que más bien remitiría a una tradición relativamente tardía, que no ha sido igual en Oriente y en Occidente, y cuyo desarrollo no sólo teológico sino jurídico ha resultado desigual. Semejante circunstancia tiene una enorme lógica en la medida en que la creencia en el Purgatorio se desarrolló con más claridad en Occidente y tuvo un desarrollo especialmente extraordinario a partir del s. XII cuando el cisma se había consumado.
Algo similar sucede con la afirmación de que “La doctrina que señala que la penitencia comprende tres partes, contrición, confesión y satisfacción, no se funda ni en las Escrituras ni en los santos doctores de la antigüedad cristiana”. A día de hoy, sería también muy difícil que un historiador eclesiástico negara la veracidad de ese aserto del agustino. Y lo mismo sucede con otras tesis. Por ejemplo, la que afirma que “Bueno sería que la Iglesia determinara en un concilio que los laicos comulguen bajo las dos especies; los cristianos de Bohemia que así lo hacen no son por ello herejes sino cismáticos”. Se puede estar o no de acuerdo con la conveniencia de que los laicos, tal y como se describe en el Nuevo Testamento, participen del pan y del vino en la Eucaristía, pero parece un tanto excesivo considerar que plantear la cuestión sea herético. Algo semejante sucede con la que afirma que “La mejor definición de la contrición es la máxima: La mejor penitencia es no reincidir, pero lo indispensable es cambiar de vida”. Una vez más, se puede coincidir o no con la afirmación, pero, de nuevo, parece un tanto excesivo condenar como herejía la afirmación de que la mejor penitencia sería no reincidir en el pecado.
De manera bien significativa, según el dominico D. Olivier, “la parte más lograda de la Bula fue la relativa a las condenas”. Los canonistas hicieron un acopio exhaustivo de todas las penas canónicas desde la excomunión para los que aceptaran las ideas de Lutero a la destrucción de los libros que las contenían pasando por la prohibición de imprimirlos, conservarlos o comerciarlos. Lutero y sus seguidores tenían sesenta días para retractarse bajo pena de ser declarados herejes notorios y reincidentes. Por lo que se refería a los católicos, era obligación suya denunciarlos y perseguirlos, quedando entredicho cualquier lugar en el que pudieran residir. La bula debía ser publicada y puesta en ejecución sin distinción de lugar quedando sujeto a excomunión cualquiera que contraviniera su contenido.
Al fin y a la postre, en el texto de la bula se deja traslucir no tanto un análisis sólido del caso desde una perspectiva bíblica, histórica y pastoral como el deseo de sofocar, finalmente, una contestación que se había tolerado durante meses no por paciencia sino meramente por razones políticas y, más concretamente, por el deseo del pontífice de conseguir el apoyo del Elector Federico para impedir que Carlos I de España fuera elegido emperador de Alemania.
Por añadidura, como ha señalado el dominico D. Olivier, “La falla residía en que se excluía por principio toda discusión de la doctrina que se condenaba. Las frases de Lutero procedían de un contexto que había sido ignorado y que constituía el nudo del problema, el único que merecía ser tratado. Los ejecutores de la condena parecen no haberlo desconocido, pero les faltó la fuerza de concertar el diálogo que hubiera podido transformar el enfrentamiento estéril de convicciones irreductibles en el intercambio útil de los dos frentes… Una vez más se esquivó la reivindicación que Lutero pedía para que se pronunciaran sobre el Evangelio y no sobre expresiones recogidas al azar”.
Cuando se tienen en cuenta esos aspectos no sorprende que la bula no lograra poner fin al Caso Lutero.
CONTINUARÁ: El reformador rechaza la excomunión

Autores: César Vidal Manzanares

©Protestante Digital 2011

Creative Commons

Categorias
Artigos

João Calvino, outro importante reformador. Leia a biografia

 

JOÃO CALVINO (1509-1564)

    O homem responsável pela sistematização doutrinária e pela expansão do protestantismo reformado foi João Calvino. O “pai do protestantismo reformado” é Zwínglio. Mas o homem que moldou o pensamento reformado foi João Calvino. Por isso, o sistema de doutrinas adotado pelas Igrejas Reformadas ou Presbiterianas chama-se calvinismo.

    João Calvino nasceu em Noyon, Picardia, França, no dia 10 de julho de 1509. Seu pai, Geraldo Calvino, era advogado e secretário do bispado de Noyon. Sua mãe, Jeanne le Franc, faleceu quando ele tinha três anos de idade.
    A família Calvino tinha amizade com pessoas importantes. E a convivência com essas famílias levou João Calvino a aprender as maneiras polidas da elite daquela época.
Geraldo Calvino usou o seu prestígio junto ao bispado para conseguir a nomeação de seus filhos para cargos eclesiásticos, conforme os costumes daquela época. Antes de completar doze anos, João Calvino foi nomeado capelão de Lá Gesine, próximo de Noyon. Não era padre, mas seu pai pagava um padre para fazer o trabalho de capelania e guardava os lucros para o filho. Mais tarde essa capelania foi trocada por outra mais rendosas.

    Em agosto de 1523, logo depois de ter completado 14 anos, João Calvino ingressou na Universidade de Paris. Ali completou seus estudos de pré-graduação no começo de1528. A seguir foi para a Universidade de Orléans onde formou-se em Direito.Em maio de 1531 faleceu Geraldo Calvino. E João, que estudara Direito para satisfazer o pai, resolveu tornar-se pesquisador no campo de literatura e filosofia. Para isto, matriculou-se no Colégio de França, instituição humanista fundada pelo rei Francisco I. Estudou Grego, Latim e Hebraico. Tornou-se profundo conhecedor dessas línguas.
      Em 1532 João Calvino lançou o seu primeiro livro: Comentários ao Tratado de Sêneca sobre a Clemência. Os intelectuais elogiaram muito a obra. Era um trabalho de grande erudição. Mas o público ignorou o lançamento – poucos compraram o livro.

      João Calvino converteu-se a Jesus Cristo entre abril de 1532 e o início de 1534. Não se sabe detalhes da sua experiência. Mas a partir daí Deus passou a ocupar o primeiro lugar em sua vida.
No dia 1º de novembro de 1533 Nicolau Cop, amigo de Calvino, tomou posse como reitor da Universidade de Paris. O seu discurso de posse falava em reformas, usando linguagem semelhante às idéias de Lutero. E o comentário geral era que o discurso tinha sido escrito por Calvino. O rei Francisco I resolveu agir contra os luteranos. Calvino e Nicolau Cop foram obrigados a fugir de Paris.
      No dia 4 de maio de 1534 Calvino compareceu ao palácio do bispo de Noyon, a fim de renunciar ao cargo de capelão. Foi preso, embora por um período curto. Libertado logo depois, achou melhor fugir do país. E no final de 1535 chegava a Basiléia cidade protestante, onde se sentiu seguro.
       Em março de 1536 Calvino publicou a sua mais importante obra – Instituição da Religião Cristã. O prefácio da obra era uma carta dirigida ao rei da França, Francisco I, defendendo a posição protestante. Mas a Instituição era apenas uma apresentação ordenada e sistemática da doutrina e da vida cristã. A edição definitiva só foi publicada em 1559.A Instituição da Religião Cristã, conhecida como Institutas de Calvino, é a mais completa e importante obra produzida no período da Reforma.

       Em julho de 1536 Calvino chegou a Genebra. A cidade tinha se declarado oficialmente protestante no dia 21 de maio daquele ano. E Guilherme Farel lutava para reorganizar a vida religiosa da cidade.
        Calvino estava hospedado em uma pensão, quando Farel soube que ele estava na cidade. Foi ao seu encontro e o convenceu a permanecer ali para ajudá-lo na reorganização da cidade.
Calvino era bem jovem – tinha apenas 27 anos. A publicação das Institutas fizera dele um dos mais importantes líderes da Reforma na França. Mas o seu início em Genebra foi muito modesto. Inicialmente ele era apenas um preletor de Bíblia. Um ano depois foi nomeado pregador.  Mas enquanto isso elaborava as normas que pretendia implantar e fazer de  Genebra uma  comunidade modelo.
        João Calvino teve muitos adversários e opositores em Genebra. À medida que ele ia apresentando as normas que pretendia implantar na cidade, a fim de torná-la uma comunidade modelo, a oposição ia crescendo. Finalmente a oposição venceu as eleições. E no dia 23 de abril de 1538, Calvino e Farel foram banidos de Genebra.
         Calvino foi para Estrasburgo, onde pastoreou uma igreja constituída de refugiados franceses. Ali viveu os dias mais felizes de sua vida. Casou-se. A escolhida se chamava Idelette de Bure. Era holandesa. E viúva.Genebra, enquanto isso, passava por várias mudanças. Os adversários de Calvino foram derrotados. E, no dia 13 de setembro de 1541, ele entrava novamente em Genebra. Voltava por insistência de seus amigos. Voltava fortalecido. E, enfim, pôde reorganizar a vida religiosa da cidade.
        Calvino introduziu o estudo do seu catecismo, o uso de uma nova liturgia, um governo eclesiástico presbiterial, disciplinou a vida civil, estabeleceu normas para o funcionamento do comércio e fez de Genebra uma cidade modelo.
         No dia 29 de março de 1549 Idelette faleceu. Mas Calvino continuou o seu trabalho. Pesquisava, escrevia comentários bíblicos e tratados teológicos, administrava, pastoreava, incentivava…Em 1559 fundou a Academia Genebrina – a Universidade de Genebra. Jovens de vários países vieram estudar ali e levaram a semente do evangelho na volta à sua terra. Esses jovens se espalharam pela França, Países Baixos, Inglaterra, Escócia, Alemanha e Itália.
João Calvino faleceu em Genebra, no dia 27 de maio de 1564. Mas a sua obra permaneceu viva.

Data: 2/11/2011