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Grita fuerte, sin miedo

Isabel Pavón

Grita fuerte, sin miedo
El Señor me dijo:
“Grita muy fuerte, sin miedo,
alza la voz como una trompeta…

Isaías 58:1

22 DE AGOSTO DE 2014

Al terminar el servicio dominical, aquél hombre se le acercó en la calle y, con la seudo autoridad del cargo que ejercía, le preguntó:
—¿Mujer, quién te ha dado permiso u autoridad para expresarte e ir por ahí exponiendo con tanta libertad tus opiniones? ¿Acaso tienes formación bíblica suficiente para hacerlo?

Ella, mirándole a los ojos, respondió:
—Usted me pregunta quién soy yo. Eso es porque aún no me conoce a pesar de los años que llevo sentándome cada domingo a su lado en el templo y dice que ejerce autoridad cuando nadie se la ha concedido. Tengo algo, puertas y ventanas a las que asomarme para gritar muy fuerte y sin miedo que Dios no hace distinción entre hombres y mujeres, pues si Dios hubiese querido que nosotras permaneciéramos calladas, seguramente, nos habría creado mudas. Sé que usted desearía que lo fuésemos. Para imponer su parecer usa un título que insiste en otorgarse. Yo, simplemente, me expreso a viva voz por si alguien quiere escucharme. Lo que prometió en Jeremías 1, 17-19*, puede hacerlo hoy.

Mis puertas y ventanas se han abierto sin mediación del uso del poder o la fuerza. Se abren en mi camino sin presionar pomos, ni untar cerraduras con aceite, ni forzar llaves, ni inventar tramas.

Usted se impone a pie de calle haciendo uso del desprecio que me tiene, como tantos otros tienen a las mujeres. Nadie le reconoce, amigo, si acaso miran el temblor de su mano, donde lleva agarrado el látigo de insulso poder para que le obedezcan. Tiene suerte de que unos cuantos le sigan.

La mujer repitió:
— Grito muy fuerte y sin miedo. Su atadura no me alcanza. Su fuerza no es suficiente ante mi fuerza. No pondrá mordaza en mi boca, ni atará mis palabras con cadenas. Mi grito es el de muchas que, como yo, clamamos en el mundo entero. ¿Qué podrá hacernos, hombre armado de vetusta autoridad?, dígame, se lo ruego. Se cree mensajero de Dios mismo. Se cree con poder de atar y desatar en esta tierra. Se cree con poder de amputarnos del Cuerpo de Cristo ¿No le pesa tanta aureola sobre la cabeza? Tenga cuidado, la espalda se resiente. Y ahora, dígame, ¿desea hacerme otra pregunta? Déjeme pues darle un breve consejo:

Querido hermano.  Si usted es líder…

 Sea buen mayordomo y libere los dones de los que sirven a su lado: mujeres y hombres, jóvenes y viejos, y los de aquellos con historial distinto al suyo. Cuantas más personas libere, mayor bendición de Dios descenderá sobre usted y su ministerio. Dé y le será dado. Regocíjese con aquellos a quienes Dios ha concedido dones. Promocióneles. Ayúdelos a cumplir con su destino.  (Del libro ¿Por qué no la mujer? Ed. Jucum).

 *Y tú, ármate de valor;
 ve y diles todo lo que yo te mande.
 No les tengas miedo, porque de otra manera
 te haré temblar delante de ellos.
 Yo te pongo hoy
 como ciudad fortificada,
 como columna de hierro,
 como muralla de bronce,
 para que te enfrentes a todo el país de Judá:
 a sus reyes, a sus jefes y sacerdotes y al pueblo en general
 Ellos te harán la guerra, pero no te vencerán,
 porque yo estaré contigo para protegerte.
 Yo, el Señor, doy mi palabra.”

Autores: Isabel Pavón

©Protestante Digital 2014

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