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Los paises europeos mas atrasados es por su “concepcion católica del trabajo”

Serie de César Vidal

Los países europeos más atrasados es por su “concepción católica del trabajo”

¿Es el atraso económico español culpa de su rechazo al protestantismo y su cultura del trabajo? Así lo cree César Vidal, que mantiene un animado debate con Pío Moa.

El escritor protestante César Vidal ha planteado recientemente en su columna en LibertadDigital  un debate interesante sobre el arraigo de determinados sistemas económicos en unas naciones y el fracaso en otras.
La serie, que se encabeza con el título “Las razones de una diferencia”, comienza centrándose en el trabajo y la concepción que de éste se tiene en diferentes países occidentales, centrándose en las diferencias catolicismo-protestantismo.
Vidal, de fe protestante, defiende que el hecho de que  la Reforma protestante del siglo XVI no triunfara en España, Italia, Grecia, Irlanda o Portugal “tuvo enormes consecuencias que trascendieron del fenómeno religioso y modelaron la sociedad, la economía y la política” ya que “la Reforma presentó una visión radicalmente distinta del trabajo”.
UNA REVISIÓN BÍBLICA
“De entrada, el regreso a la Biblia permitió descubrir –¡más de un milenio para darse cuenta!– que Adán ya había recibido de Dios la misión de trabajar antes de la Caída y que esa labor consistía en algo tan teóricamente servil como labrar la tierra y guardarla (Génesis 2: 15). Aquel sencillo descubrimiento cambiaría la Historia de Occidente –y con ella la de la Humanidad– de manera radical”, considera Vidal.
Por ejemplo, recuerda, Lutero  escribió que “cuando una ama de casa cocina y limpia y realiza otras tareas domésticas, porque ése es el mandato de Dios, incluso tan pequeño trabajo debe ser alabado como un servicio a Dios que sobrepasa en mucho la santidad y el ascetismo de todos los monjes y monjas”, añade el historiador.
EL TRABAJO, SAGRADO
Continúa Vidal argumentando que “en su comentario a Génesis 13:13, el reformador alemán señalaría en relación con las tareas de la casa que ‘no tienen apariencia de santidad, y, sin embargo, esas obras relacionadas con las tareas domésticas son más deseables que todas las obras de todos los monjes y monjas… De manera similar,  los trabajos seculares son una adoración de Dios y una obediencia que complace a Dios’.  Igualmente en su Exposición del Salmo 128:2 añadiría: ‘Vuestro trabajo es un asunto muy sagrado. Dios se deleita en él y a través de él desea conceder Su bendición sobre vosotros’”.
Otro de los reformadores, Calvino , “al que se suele asociar un tanto exageradamente con la denominada ética protestante del trabajo”, explica Vidal, “fue también muy claro al respecto. En su Comentario a Lucas 10:38 afirmó: ‘Es un error el afirmar que aquellos que huyen de los asuntos del mundo y se dedican a la contemplación están llevando una vida angélica… Sabemos que los hombres fueron creados para ocuparse con el trabajo y que ningún sacrificio agrada más a Dios que el que cada uno se ocupe de su vocación y estudios para vivir bien a favor del bien común’”.
LA VISIÓN DEL COMERCIO
“Otro puritano, Richard Steele , en un texto llamado de manera bien significativa The Trademan’s Calling (La vocación del comerciante), afirmó que en el comercio ‘se puede esperar de la manera más confiada la presencia y la bendición de Dios’”, continúa Vidal.
El escritor e historiador añade que “la línea estaba claramente definida y era uniforme en cualquiera de las iglesias nacidas de la Reforma. Como señalaría un panfleto publicado a finales del siglo XVII en Inglaterra con el revelador título de Paul the Tentmaker (Pablo, el fabricante de tiendas), el protestantismo había impulsado un ‘deleite en los empleos seculares ‘”.
CONTRAPOSICIÓN CATÓLICA
Vidal explica a continuación la diferente visión que se encuentra en los países en los que no triunfa la Reforma . “En España, por ejemplo, en 1492 se había expulsado a unos judíos que tenían una visión del trabajo idéntica a la de los protestantes e, iniciado el siglo XVI, éstos tendrían que optar entre la hoguera o el exilio. Porque, desde luego,  la visión del trabajo de los motejados como herejes era clara desde el principio y nada se parecía a la católica”.
“Así, mientras se ventilaba la supervivencia de España como primera potencia de Europa, la nación siguió uncida a la idea de lo intolerable e infames que podían ser ciertos trabajos. Sus adversarios protestantes –que debieron dar gracias al Altísimo por ello– tenían un punto de vista muy diferente y, a pesar de tratarse, en general, de naciones más pobres y pequeñas, el resultado no pudo serles más favorable”.
Pero  no se trata de una “vagancia” de los españoles, un concepto que según Vidal “se suele repetir injustamente –y, al respecto, basta con ver el resultado que dan fuera de España– pero no creían que el trabajo tuviera el mismo valor que le dan aquellos que nacieron y crecieron en naciones donde triunfó la Reforma protestante”.
PÍO MOA REBATE A VIDAL
Otro de los colaboradores en LibertadDigital, el historiador gallego Pío Moa, ha salido al paso de la tesis de César Vidal sobre el atraso de España y la mentalidad “católica” del trabajo desde su blog.
Con el título “Debate con César Vidal: catolicismo, trabajo y decadencia / Lutero y los judíos”, Pío Moa presenta argumentos en contra de la tesis de Vidal.
Pío Moa señala que “la tesis de Vidal es que la diferencia de España afecta igualmente a las naciones católicas con respecto a las protestantes, las cuales él ve como más o menos modélicas. En dos palabras, el catolicismo suponía el desdén hacia el trabajo, y el protestantismo (o el judaísmo) lo contrario. Para mantener su teoría, César Vidal debería empezar explicando cómo España se mantuvo durante un siglo y cuarto como primera potencia europea”.
Moa pregunta “¿Pudo hacerlo un país donde no se trabajaba y que había expulsado a las únicas minorías laboriosas, judíos y moriscos según la disparatada teoría de Américo Castro, y cortado la infiltración protestante? Tenemos estampas, y buenos restos, de las muy bellas, a menudo espléndidas ciudades españolas de la época: ¿se construyeron solas, sin trabajo?”.
El historiador va enumerando distintos aspectos asociados a la “prosperidad” del siglo XVI en España, como “las flotas que descubrieron el mundo y por primera vez en la historia establecieron lazos comerciales entre todos los continentes”, “las universidades, tan pobladas para la época”, o “los hidalgos que conquistaron América, que construían barcos en plena selva, proyectaban y alzaban fuertes y ciudades y vías de comunicación, llevaban imprentas y fundaban centros de enseñanza”. Todos ellos son ejemplo, según Pío Moa, del afán de trabajo en la España del XVI.
“El más elemental sentido común indica que España alcanzó su supremacía mediante un inmenso trabajo físico, técnico e intelectual, como no pudo ser de otro modo, y en contra de tópicos tan arraigados como falsos”, añade Moa.
DECADENCIA GENERALIZADA
Para Pío Moa, la decadencia posterior “también llegó a Holanda, Francia, Alemania o Inglaterra, pero aún en el siglo XVIII España prosiguió su expansión ultramarina , racionalizó gran parte de su aparato estatal, construyó flotas muy respetables”. “Contra un tópico habitual -explica Moa- en España siempre se ha trabajado mucho, con más o menos acierto o rendimiento, esa es otra cuestión. Todavía suele considerarse que a principios del siglo XIX la renta per capita española equivalía a la francesa, pues fue a lo largo del XIX cuando España quedó casi estancada económicamente mientras Inglaterra, Francia, Alemania o Italia (del norte) prosperaban con rapidez”.
Al llegar a la Revolución Industrial, se produce el mayor retraso en España con respecto a los países protestantes. Pero, para Pío Moa, esto no se debe a que fuese por su concepción católica. “No parece fundada tal idea, porque dicha revolución no surgió en los países protestantes, sino en uno, Inglaterra, que era casualmente el menos protestante, el más semejante en religión al catolicismo. Y aquella revolución fue imitada en primer lugar por la católica Bélgica, mientras que la calvinista Holanda quedó retrasada mucho tiempo”, apunta Moa.
Argumenta además que países protestantes, como los escandinavos, “no empezaron a levantar cabeza hasta bien avanzado el siglo XIX”. O que “en Alemania se desarrolló una gran industria en Renania, mayoritariamente católica, mientras que la protestante Prusia se mantuvo largo tiempo agraria y con formas feudales”.
Pío Moa considera que el análisis de Vidal se basa en percepciones basadas en el estado actual económico y no en una visión histórica. “Las alternativas económicas de países católicos y protestantes en la época reciente son muy variables y con grandes altibajos. España creció económicamente, durante quince años, con mayor rapidez que cualquier país protestante (¿sería entonces más aficionada al trabajo?”, dice Moa, que termina acusando de “la matriz de la crisis actual” a un país “mayoritariamente protestante, es decir, Estados Unidos”.
El escritor finaliza su crítica apuntando que “si César Vidal prestara atención a estos hechos se percataría de que el catolicismo tuvo muy poco que ver con el asunto y que, por lo que respecta a España, conviene buscar las causas de su decadencia por distintas vías”.
LA SERIE CONTINÚA
César Vidal continúa con la serie sobre el atraso en España.  Ya se pueden leer dos nuevos artículos: De bancos y banqueros , sobre la historia de estas instituciones financieras, y Educación . El debate sigue, por tanto, intenso y abierto en la web y los comentarios del blog.

Fuentes: Libertad Digital
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¿Qué Cristo predicó el Papa en Madrid?

JMJ 2011

 

¿Qué Cristo predicó el Papa en Madrid?

Hablar de Cristo, de Jesús, lo hacen muchas personas.

28 DE AGOSTO DE 2011, MADRID

Hasta Hugo Chávez recientemente habló de él como su curandero. A la lista se añadirían Testigos de Jehová, cristianos (protestantes, católicos, ortodoxos) y hasta el islam, la magia y una lista posiblemente interminable.
Por ello la clave es de qué Cristo hablamos. Y el Cristo del que habló el Papa es sin duda el del catolicismo, que es el Cristo de los Evangelios que se refleja en el Credo. Ambos, Evangelios y Credo, comunes a todos los cristianos.
Sin embargo, hay varios aspectos en las frases del Papa que hacen ver que ese Jesús que expresa en sus palabras es un “Jesús y…”. Una minucia, pero a la vez un añadido que convierte el H2O del agua en el H2O2 del agua oxigenada , que también es agua pero tiene sus diferencias.
El Papa habló de Cristo, sí, pero “de Cristo y la Iglesia (católica)”.  Es la Iglesia católico-romana quien hace de intermediaria entre Dios y el ser humano. Perdonando ella los pecados (confesionarios, penitencias, otros mediadores también a través de la ICR), convirtiendo el pan y el vino en la verdadera sangre y cuerpo de Cristo para la comunión de los fieles; y siendo en definitiva el seguir a Jesús una vinculación a la estructura de la Iglesia católica (un llamamiento específico del Papa a los jóvenes). En definitiva, tienen la “franquicia” de la fe en Jesús y además la “fórmula” y normas de su aplicación
Todo totalmente correcto dentro del catolicismo, pero a la vez contrario a la esencia de los principios que llevaron a la Reforma protestante  a impulsar un vuelco para volver a lo que entendemos como el cristianismo genuino, “sin y”. Seguir a Jesús  es algo personal, que lleva a una experiencia individual de perdón completo, a una recepción total de los beneficios de su vida y obra a quien como un regalo inmerecido los recibe, sin más mediadores ni medios. Y todo ello lleva a un seguimiento íntimo de Jesús. Y como resultado, se vive esa relación personal con Jesús en comunidad, junto con quienes han tenido la misma experiencia y convicción.
Es la importancia del orden, el tren y los vagones. Y ese orden lo establece Dios en su propia Palabra revelada, sin magisterios ni tradiciones que estén por encima de ella. Cada cual es responsable del derecho y deber de acercarse a esa Palabra revelada, y decidir en conciencia. Sea católico, protestante, de otra religión, agnóstico o indiferente.  Y de esa decisión depende el presente y eternidad de cada ser humano.
No es un afán de polémica. Ni de odio anticatólico. Sólo poner los puntos sobre las íes (¿ýes?), para que las cosas queden claras.
Porque como dice Leonardo de Chirico,  parece que por las coincidencias (que las hay) existe una corriente más o menos consciente en sectores dentro del catolicismo, del protestantismo y de la sociedad que tiende convertir al catolicismo en una denominación evangélica más y a la inversa. Olvidando las diferencias. En ocasiones tan abismales como las que hemos reflejado en este Editorial.
Con esto terminamos nuestra valoración de la visita del Papa a este Madrid del año 2011. Paz y bien a todos.

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Protestantes españoles y la visita del Papa

 

Protestantes españoles y la visita del Papa

La visita del Papa católico a España siempre ha levantado expectación y polémica.

11 DE AGOSTO DE 2011

En la que coincide con las Jornadas Mundiales de la Juventud (JMJ) se repite este fenómeno.
Sin duda entrando en cuestiones de protocolo, una clave es que nunca se sabe si quien visita España es el líder de un movimiento religioso o un Jefe de Estado extranjero.
El primer caso es sencillo.  Hace poco visitó España por primera vez un Secretario general de la Alianza Evangélica Mundial y fue recibido por el Ministro de Justicia. Representa a una organización que aglutina a más de 400 millones de evangélicos en el mundo, así que no parece una locura pensar que la misma actuación debería tenerse con el líder del movimiento católico mundial.
El segundo caso –como Jefe de Estado- es más complejo.  Pero no hemos visto al Gobierno o a instituciones públicas españolas (Ayuntamiento y Comunidad de Madrid) subvencionar un encuentro de algún Presidente de Estado con sus ciudadanos o simpatizantes asentados en España. Suponemos que de eso se encarga su Embajada, caso de producirse.
Y así entramos en el aspecto económico.  Quienes defienden que es una buena inversión, deberían aplicar el mismo principio con el Día del Orgullo Gay (y a la inversa). Por otra parte, quienes opinan que se debe financiar (de manera directa o indirecta) por parte de instituciones públicas, olvidan que esto implicaría que se actuase igual siempre que un Jefe de Estado-líder religioso visite España. Quizás no cuantitativamente, pero sí de forma proporcional. Algo que nos parece contrario al sentido común y práctico, así como entrar en una línea de mezcla de Iglesia y Estado tan mala como que un Estado aconfesional apoye a una sola confesión. Ni café del Estado para uno solo, ni café para todos. [i]
Por último, no podemos dejar de afirmar que los evangélicos o protestantes españoles de forma mayoritaria (y hasta creemos que se podría decir que prácticamente unánime) asistimos a esta visita con una doble valoración.
La primera , el respeto  que toda persona merece, y máxime siendo el representante de un importante colectivo religioso español y mundial. En este sentido, se sigue cumpliendo en algunos que en nuestro país se va siempre detrás de los curas (del Papa en este caso). Bien para seguirles en la procesión con las velas, o bien corriendo tras ellos con una estaca. Una confesión religiosa tiene todo el derecho a manifestarse públicamente (lo que no quita todo lo hablado en cuanto a trato y financiación del Estado).
La segunda valoración es nuestra postura respecto a lo que significa la figura del Papa católico.  En especial su pretendido papel de representante Vicario de Cristo en la Tierra, y su supuesta infalibilidad en los dogmas que rubrica al margen de la que diga la propia Biblia. Su papel es totalmente contrario e inaceptable para la fe cristiana bíblica tal cual la entendemos y asumimos los evangélicos.
Para acabar no entraremos en cuestiones políticas, pero sí dejaremos un par de preguntas:  ¿ha tenido que pagar un precio político el Gobierno socialista por la visita del Papa, por ejemplo parar la Ley de Igualdad religiosa?, y ¿qué función jugarán cara a las próximas elecciones generales los reproches que va a hacer o no hacer Benedicto XVI a las leyes socialistas moralmente polémicas?


[i]  Este principio es aplicable a cualquier país, y sea cual sea la confesión religiosa.