El Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo condenó hoy al Estado irlandés a pagar una multa por considerar que su sistema educativo no protegía suficientemente a las víctimas de abusos sexuales en las escuelas católicas en la década de 1970.El veredicto supone una victoria para Louise O’Keeffe, una irlandesa que tenía seis años cuando en 1973 fue víctima de repetidos abusos sexuales por parte del director de la escuela católica en la que estudiaba, financiada por el Estado. O’Keeffe mantenía, en contra de la opinión de las diferentes instancias judiciales irlandesas, que el Estado no hizo lo suficiente para proteger a los alumnos de estos colegios.
Once de los 17 jueces de Estrasburgo que dictaron sentencia consideraron que Irlanda “no cumplió su obligación de proteger a O’Keeffe contra los abusos sexuales”, por lo que condenaron al Estado a pagar 30.000 euros de multa en concepto de daño moral y material y otros 85.000 por los gastos derivados del proceso.
La Corte sentenció que “la protección de los niños contra los malos tratos constituye una obligación inherente al Estado” y que O’Keeffe no tuvo la oportunidad de que se reconociera esa responsabilidad en las jurisdicciones nacionales.
UNA HISTORIA TERRIBLE
Esta sentencia recuerda otra terrible historia en suelo irlandés. La Lavandería de las Magdalenas de la Sean McDermott Street, en Dublín, y otras instituciones similares, encerraban una historia tan cruel como inverosímil: desde 1922 hasta 1996 estas instituciones, dirigidas por la Iglesia Católica, obligaron a trabajar en condiciones precarias a más de 10.000 mujeres .
De 1922 a 1996, las mujeres conocidas como Magdalenas fueron enviadas a “asilos”, en donde trabajaban largas horas en lavanderías, cumpliendo así sentencias de cadena perpetua simplemente por ser madres solteras o mujeres con valores morales “desviados”.
La mayoría de ellas enviadas fueron enviadas en contra de su voluntad a estas instituciones dirigidas por la Iglesia católica donde no recibían sueldo, pensión ni protección social. Al contrario, miles de menores fueron objeto de abusos sexuales y torturas físicas y psíquicas en estas instituciones estatales regentadas por religiosos de Irlanda durante casi 70 años, reveló un informe elaborado por una comisión gubernamental en 2009.
UN LARGO CAMINO JURÍDICO
En sus diferentes veredictos previos, los tribunales irlandeses habían considerado que, pese a que el Estado pagaba a la iglesia por los colegios donde estudiaban la mayoría de los niños en aquel momento, no cometió ninguna negligencia.
El director de la escuela que abusó de O’Keeffe también fue denunciado por otros alumnos y está condenado en su país por 386 abusos cometidos contra 21 estudiantes.
Estrasburgo señaló que el Estado había recibido denuncias desde los años 70 sobre el comportamiento de este director y que, pese a ello, siguió confiando la enseñanza a esta institución “sin ningún mecanismo efectivo de control” por parte de las autoridades.
SILENCIO E INDIFERENCIA DE LA JERARQUÍA CATÓLICA
El texto que contenía las conclusiones de la investigación oficial del Gobierno, que se hizo público en 2009 sobre “Las Magdalenas”, también lanzaba duras críticas contra la jerarquía católica irlandesa, a la que acusa de pasividad ante los abusos cometidos por individuos reincidentes. Entre las órdenes religiosas investigadas figuran las Hermanas de la Misericordia -a cargo del mayor número de instituciones para menores-, los Hermanos Cristianos -el principal gestor de instituciones para chicos de entre 10 y 16 años de edad- y las Hermanas de Nuestra Señora de la Caridad y Refugio.
Estas últimas, las paradójicamente llamadas Hermanas de de la Caridad y Refugio administraban las infames ‘Lavanderías de la Magdalena’, popularizadas por la película ‘Las hermanas de la Magdalena’ (2002), donde se recluía a jóvenes de supuesta vida disoluta bajo un régimen de esclavitud y continuas humillaciones.
El informe denuncia que la principal preocupación de las órdenes ante los terribles hechos que se producían era “la mala publicidad y los potenciales escándalos” que se generarían si se llegaba a conocer el verdadero alcance de los abusos.
El primado de la Iglesia Católica irlandesa, el cardenal Sean Brady, pidió disculpas cuando en 2009 se hizo público el resultado de la investigación oficial y dijo sentirse “avergonzado”.
“El estigma que persigue a todos las personas, a los 10.000 personas que trabajaron en las lavanderías de las Magdalenas necesita ser eliminado y debería haber sido eliminado hace tiempo. Realmente siento que no haya sido así”, lamentó también el primer ministro, Enda Kenny.